viernes, 10 de febrero de 2023

Venganza: Capítulo 40

El señor Petrides se aclaró la garganta y empezó a leer despacio. Paula intentó concentrarse, pero le resultó difícil con Pedro a su lado, irradiando hostilidad contra los hermanos Chaves. ¿Tenía planeado algún enfrentamiento? ¿Era aquel el motivo de su presencia allí? Por primera vez, Se preguntó si la habría engañado para tenerlos a todos juntos. Aunque, de ser así, no le importaba.


El tiempo fue pasando. El despacho era pequeño y hacía calor y, cuando se quiso dar cuenta, estaba con la cabeza en otra parte. Esperaba que Olivia estuviese bien, aunque de aquello estaba segura, podía contar con Juana y Rafael. Ella, por su parte, había accedido a pasar la noche en el departamento que Pedro tenía en Atenas. Todavía no lo conocía. De adolescente, había preferido no pensar en él, ya que se había imaginado que él llevaría a muchas mujeres allí, aunque Pedro nunca le hubiese dado ningún motivo para pensarlo. Siempre había sido muy discreto en lo que a su vida privada se había referido. Lo que no significaba que no la hubiese tenido. De lo que estaba segura era de que esa noche iba a tener que ser muy cauta si no quería terminar entre sus sábanas negras de satén. Durante toda la semana, desde el beso en el barco, había intentado luchar contra la atracción que había entre ambos. Solo de pensarlo temblaba por dentro. Así que había hecho todo lo posible por guardar las distancias con él y había intentado estar siempre en compañía de Olivia. Y, por las noches, después de acostar a la niña, se había puesto a leer o se había ido a la cama temprano. Sorprendentemente, Pedro no había intentado presionarla. De hecho, se había comportado como todo un caballero. Paula se había sentido muy aliviada. Era evidente que a él se le había olvidado la promesa que, entre susurros, le había hecho en el barco. Al parecer, había decidido no intentar seducirla, darle espacio. Sin embargo, con el paso de los días ella había empezado a sentirse primero frustrada y después insegura. Había empezado a tener la sensación de que Pedro no se comportaba así por respeto, sino más bien por falta de interés, y eso tampoco le gustaba.


–Entonces, básicamente, nos está diciendo que no hay absolutamente nada.


La voz furiosa de Marcos hizo que Paula volviese a la realidad. El señor Petrides lo miró por encima de las gafas.


–Lo que estoy diciendo es que los pocos bienes que le quedaban a su padre tienen que dividirse entre los herederos.


–¿Y Thalassa? –inquirió Lucas, echándose hacia delante–. ¿Tampoco queda nada de la isla?


–No se hace referencia a la isla de Thalassa –respondió el señor Petrides–. Tengo entendido que esa propiedad pertenecía a la primera esposa de su padre que, recientemente, la ha vendido al señor Alfonso.


–Eres un…


Marcos había vuelto a ponerse en pie, pero Lucas lo contuvo y lo obligó a volver a sentarse.


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