viernes, 3 de febrero de 2023

Venganza: Capítulo 25

 –¿Te gusta? –le preguntó Juana.


–Es preciosa, Juana, pero ¿Cómo has conseguido todo esto en tan poco tiempo?


–Pedro dijo que no había tiempo que perder, así que Rafael contrató a un pequeño equipo de decoradores. Pedro quería que todo fuese perfecto para su hija.


Aquello la alarmó. Entre Juana y ella le quitaron la ropa a Olivia y la metieron en la cama. Mientras lo hacían, Juana no dejó de susurrar que la niña era preciosa, tanto como su mamá, pero con los rizos oscuros de su padre. Paula cerró la persiana y casi tuvo que sacarla de la habitación a rastras. Dejó la puerta entreabierta.


–¿Ahora trabajan aquí, Juana? –preguntó una vez en el pasillo.


–Sí. Pedro nos lo ha pedido.


–¿Y les parece bien? Quiero decir, después de todo lo ocurrido…


–Por supuesto que sí. Rafael y yo conocemos a Pedro de toda la vida, desde que era un bebé, y jamás hemos creído que fuese culpable del delito del que se le acusaba.


–¿De verdad? Entonces… Mi padre… ¿Significa eso que sospechaban de él?


–Nosotros no somos quién para sospechar de nadie, cariño. Sobre todo, ahora que el Señor se lo ha llevado.


Paula tragó saliva.


–¿Y vivís aquí, en Villa Ana?


–No. Eso es lo mejor. A Pedro le parece bien que nos quedemos en Villa Melina. De hecho, dice que la casa es nuestra.


Cambió de gesto de repente.


–Lo siento, Paula. Sé que estoy hablando de tu casa. Yo le pregunté a Pedor si no quería mudarse allí, pero él me dijo que no, que su casa sería esta.


–¿Nuestra casa?


–Sí, la de Pedro, Olivia y tú. Y Petros y yo no podríamos estar más felices con la noticia. Nos encanta que los Chaves y los Alfonso estén unidos. Es un sueño hecho realidad. Y pensar que Olivia va a crecer…


Paula sintió que le temblaban las piernas. Pedro pretendía que se quedasen allí, para siempre. O, mejor dicho, que Olivia se quedase allí. Ella no le interesaba lo más mínimo. Pero eso no podía ser. Volvió al salón con los hombros rectos, dispuesta a pelear. Pero él parecía muy tranquilo.


–¿Va todo bien?


–No –replicó ella.


–¿No te gusta la habitación? –preguntó Rafael, que estaba poniendo la mesa.


–No, Rafael, no es eso. La habitación me encanta.


–Entonces, ¿No le gusta a la niña?


–Olivia está dormida, pero estoy segura de que le encantará cuando se despierte.


–Me alegro –respondió Rafael, sin dejar de poner la mesa.


–Creo que lo que Pedro pretende decirte es que muchas gracias, Rafael, a tí y a Juana, por haber hecho un trabajo tan fantástico en tan poco tiempo.


Todos se relajaron y Pedro miró a Paula con una ceja arqueada. Ella sintió ganas de golpearlo y quitarle aquella sonrisa de la cara.

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