miércoles, 22 de febrero de 2023

Venganza: Capítulo 58

Él tuvo que hacer un esfuerzo, pero supo que aquello era lo correcto. Lo más inteligente. No tenía intención de pelearse con Paula en ese momento, delante de Olivia. Si ella quería hacer las maletas y marcharse, no intentaría detenerla. Podría esperar… Un poco más. Además, aquel era el tipo de comportamiento que le haría ganar la custodia de la niña. Porque la iba a ganar. Sí, pronto tendría él todas las cartas y a Paula de rodillas rogándole. La mera idea le excitaba. Entonces, la tendría  donde quería, en su cama.


–Ven, pequeña –le dijo a Olivia al ver que le temblaba el labio inferior–. No te pongas triste. Nos veremos muy pronto.


–¿Me lo prometes?


–Te lo prometo. Ahora tienes que marcharte con tu madre, pero enseguida volveremos a estar juntos.


La dejó en el suelo y le dió una palmadita en la espalda para que fuese hasta donde estaba Paula. Ésta lo miró con miedo, como un animal acorralado que protegía a su cría.


–¿Quieres que las lleve con el helicóptero? –le preguntó él.


–No, gracias –respondió ella–. Podré arreglármelas sola.


–Como quieras –dijo él, girándose hacia Rafael, que estaba en la puerta, esperando instrucciones, con gesto de preocupación–. Rafael, por favor, asegúrate de que hay barco disponible para llevarlas.


–Sí, señor.


–Vamos, Oli –dijo Paula, dirigiéndose hacia la puerta–. Ah, las maletas…


–Yo lo haré –dijo Pedro, volviendo al dormitorio de Paula, donde tomó las dos maletas.


Luego las sacó a la calle y las metió en el maletero del coche. Esperó a que Paula le abrochase el cinturón de seguridad a Olivia y se inclinó a darle un beso a la niña.


–Hasta muy pronto, paidi mou.


Olivia asintió, estaba a punto de echarse a llorar. Pedro se puso recto y miró a su madre.


–Paula–dijo a modo de despedida.


–Adiós, Pedro–respondió ella, orgullosa, desafiante.


–Hasta pronto. Me pondré en contacto contigo para que nos pongamos de acuerdo.


–Vas a perder el tiempo –replicó Paula–. Olivia es mi hija y va a quedarse conmigo.


Y luego fue hacia la puerta del copiloto.


–En ese caso, será mejor que te busques un buen abogado, Paula, porque lo vas a necesitar.


Ella lo fulminó con la mirada y se subió al coche, se abrochó el cinturón de seguridad y alargó la mano hacia atrás, para tomar la de Olivia.


–Solo para que lo sepas, pronto haré pública la información acerca de tu padre. Por si quieres mencionárselo a tu abogado también.


Dicho aquello, cerró la puerta y dió un golpe en el techo del coche, para que Rafael supiese que podía arrancar. Luego se quedó con los brazos en jarras hasta que el coche desapareció por el camino dejando tras de sí una nube de polvo. Él volvió a la casa y cerró la puerta. Miró a su alrededor y pensó que nunca se había sentido más solo en toda su vida.

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