viernes, 24 de febrero de 2023

Venganza: Capítulo 62

La ambulancia que había acudido al lugar del accidente había ido directa al hospital en el que ella había realizado las prácticas y Paula conocía a sus ocupantes. Estos le habían sugerido que los acompañase hasta el hospital y ella había aceptado. De todos modos, no habría podido ir a la ceremonia de graduación con aquel aspecto, con la ropa toda arrugada y manchada de sangre. Además, con todo el lío se había dejado el bolso en el taxi, lo que significaba que no tenía ni monedero, ni teléfono ni llaves de casa. Había llamado a la empresa de taxis, donde le habían prometido llevarle el bolso al hospital, pero mientras tanto se había dado una ducha y se había puesto la ropa que había dejado en su taquilla mientras varias compañeras cuidaban de Olivia.


–Creo que, cuando crezca, voy a ser enfermera –dijo la niña, volviendo a ponerse a colorear–. O dueña de una naviera.


–¡Qué bien! –comentó el doctor Lorton.


Paula intentó sonreír también, pero no pudo.


–Como mi papá.




Pedro estaba empezando a perder la paciencia. Tuvo la sensación de que llevaba horas sentado en aquel salón de actos, viendo desfilar a estudiantes que recogían sus diplomas. Y todavía no había visto a Paula. En aquel momento vió que Florencia subía al estrado y pensó que aquella debía de ser la clase de Paula, pero ¿Dónde estaba ella?


–¡Paula Chaves!


Oyó retumbar el nombre en el salón, pero solo hubo silencio, seguido de murmullos, y después pasaron al siguiente estudiante. Pedro se puso en pie y miró a su alrededor, ni rastro de Paula. Fue hacia las escaleras del estrado y esperó a que bajase Florencia.


–¿Dónde está? –le preguntó.


–¡No lo sé! –admitió ella preocupada–. Salió de casa con Olivia antes que yo… Le he enviado varios mensajes… Pero nada.


–Pues inténtalo otra vez –le pidió Pedro, sin contarle que él también le había dejado varios mensajes y no había obtenido respuesta.


Florencia buscó su teléfono y miró la pantalla.


–Tengo un mensaje, pero no es de Paula.


Pedro frunció el ceño.


–Ah, sí que es ella, pero ha utilizado el teléfono de otra persona –añadió Florencia entonces–. Ha habido un accidente… Olivia y ella están en el hospital.


–¿Qué hospital? –inquirió Pedro, preso del pánico.


–A ver… St. George, pero dice que no me preocupe, que las dos están…


Antes de que a Florencia le hubiese dado tiempo a terminar la frase, Pedro se había marchado corriendo hacia la calle.

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