miércoles, 22 de febrero de 2023

Venganza: Capítulo 56

Pedro aflojó las manos e inclinó la cabeza para mirarla, le apartó un mechón de pelo y, al hacerlo, le rozó la mejilla. Paula cerró los ojos. Sintió que él se acercaba más, que su aliento le acariciaba los labios y ella los separó ligeramente. Tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para controlarse y empujar a Pedro.


–Tal vez pienses que tienes todo el poder, Pedro, tienes dinero y contactos para hacerte con la custodia de Olivia, pero estás equivocado. Jamás permitiré que me quites a mi hija. Jamás.


Se le quebró la voz del dolor, de la tristeza y de la ira.


–Antes prefiero estar muerta que sin mi hija.


Luego retrocedió varios pasos mientras lo fulminaba con la mirada a pesar de que, en realidad, nunca se había sentido tan asustada, tan vulnerable.


–¿No estamos siendo un poco melodramáticos?


Pedro se acercó y apoyó una mano en su hombro, pero ella se dió la vuelta y salió de la habitación. Oyó que Pedro la seguía por el pasillo, pero hizo caso omiso. Una vez en el dormitorio, empezó a vaciar cajones y armarios, y lo tiró todo encima de la cama mientras él la observaba desde la puerta. Luego tomó una maleta, la abrió y empezó a llenarla.


–¿Puedo preguntarte qué estás haciendo?


–Eres un chico listo, Pedro, estoy segura de que ya sabes la respuesta –le contestó, repitiendo sus palabras, antes de meterse en el cuarto de baño a recoger sus cosas–. Es obvio. Me marcho.


–¿Te marchas? –le preguntó él, acercándose–. ¿O huyes?


–Llámalo como quieras.


Paula entró en la habitación de al lado, la habitación de Olivia, y empezó a recoger también sus pertenencias. No podía detenerse a pensar, con Pedro tan cerca. Metió la ropa de la niña en su pequeña maleta y después miró a su alrededor, vió la colección de conchas, la muñeca que Juana y Rafael le habían regalado, el barquito que Olivia adoraba, regalo de su padre. Tomó la muñeca y dejó el barco.


–Y, por si te cupiese la menor duda, Olivia viene conmigo.


No sabía lo que iba a hacer después, solo que tenía que salir de allí antes de que el dolor y la tristeza le impidiesen moverse.


–Huir no soluciona nada, Paula. Pensé que a estas alturas ya habrías aprendido eso.


–Todo lo contrario.


Pasó por su lado y salió de la habitación, con la maleta de Olivia en una mano y la muñeca en la otra. De vuelta en el dormitorio, echó la muñeca en su maleta e intentó cerrar la cremallera, tarea difícil porque no había doblado la ropa.


–En estos momentos lo más importante es estar lejos de tí, tanto Olivia como yo.


–¿Y por qué estás tan desesperada por alejarte de mí?


–Porque eres un matón mentiroso y malintencionado. Porque has estado planeando quitarme a mi hija. Porque…


Se calló cuando Pedro la agarró por la barbilla para que lo mirase a los ojos. Ella sintió calor, sintió que su cuerpo se ponía todavía más tenso.

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