lunes, 20 de febrero de 2023

Venganza: Capítulo 53

 –Si tú lo dices… –había respondido el otro hombre, dándole una palmadita en la espalda–. En cualquier caso, yo te recomendaría que lo tuvieses todo legalmente bien atado. Todo. En mi experiencia, mezclar los negocios con el placer puede ser una combinación letal.


Pedro sabía que tenía razón. Que tenía que hacer las cosas bien con respecto a la empresa, y también en lo relativo a Olivia. De repente, no había podido dejar de analizar el reciente cambio de comportamiento de Paula. Sus comentarios acerca de que Olivia era nieta de Miguel, de que había que suavizar el impacto que la verdad tendría sobre la niña. Al parecer, a Paula se le había olvidado que Horacio Alfonso también había sido abuelo de Olivia. ¿Había estado intentando manipularlo para que no hiciese públicas las atrocidades que había cometido su padre? ¿Para que siguiese cargando él con la culpa? ¿Era ese el motivo por el que había pasado aquella noche con él? Si era así, Paula iba a llevarse una gran decepción. Porque para él, por mucho que la hubiese deseado, solo había sido sexo. Tal vez ella pensase que así podía meterse en su cabeza y apelar a su buena naturaleza, pero lo que no sabía ella era que él no tenía buena naturaleza después de su paso por la cárcel. Así que había borrado el mensaje del teléfono en ese mismo momento y había buscado en su bolsillo el pequeño mechón de pelo que Olivia le había dado. Si había tenido alguna duda, si en algún momento se había sentido un poco culpable por lo que iba a hacer, ya lo tenía claro. Después de diez duros días en Bolivia, Pedro había vuelto a Atenas aquella misma mañana, con la información que necesitaba. Antes de volver a Thalassa, había decidido pasar a dar una vuelta por Blue Sky Charters. Estaba a punto de entrar en las oficinas cuando oyó la conversación que estaba teniendo lugar en su interior.


–No tienes ninguna posibilidad con ella. Una chica como Paula Chaves jamás se fijaría en tí.


–¿Eso piensas? Pues yo te digo que el día del barco sí que me miraba.


–¡En tus sueños!


–No subestimes al Gustavo encantador, amigo mío. Siempre consigue lo que quiere.


–Yo diría que le gusté más yo, por eso me pidió que le enseñase a hacer nudos marineros.


–En ese caso, vamos a hacer una apuesta, Javier. El primero que consiga un beso de Paula, gana.


En ese momento, Pedro había abierto la puerta con brusquedad. Javier y Gustavo se habían puesto en pie de un salto al verlo.


–¡Están despedidos! ¡Los dos! ¡Fuera de aquí! –había anunciado él.


En esos momentos, mientras sobrevolaba el azul mar Egeo en su helicóptero y veía a lo lejos la isla de Thalassa, Pedro seguía enfadado. Estaba furioso. Paula Chaves había demostrado cómo era en realidad y a él se le había caído la venda de los ojos, así que iba a demostrarle la clase de hombre que era él.

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