viernes, 24 de febrero de 2023

Venganza: Capítulo 63

 –¿Cuánto tiempo vamos a tener que quedarnos aquí?


–No mucho. En cuanto me traigan mi bolso podremos marcharnos. Aléjate de las puertas.


Olivia estaba cansada y se entretenía con las puertas automáticas que daban a la calle. Paula tiró la revista que tenía en las manos encima de una mesa y bostezó. Lo único que quería era irse a casa.


–¡Está aquí! –exclamó Olivia, dando saltos.


–Está bien, cálmate.


Un taxi acababa de detenerse delante de la puerta.


–Mira, mira. ¡Es papá! ¡Está aquí!


Paula se sintió aturdida. ¿Pedro? No podía ser. Pero lo vió entrar en el hospital e ir en su dirección. Como a cámara lenta, vió cómo tomaba a Olivia en brazos, la miraba de arriba abajo y sonreía antes de darle un beso en la frente. Luego se giró y puso toda su atención en ella. Tragó saliva y se le aceleró el corazón. Pedro lo era todo para ella y cuanto más intentaba olvidarlo, más lo necesitaba. Era como un pez atrapado en una red, intentando escapar, que, cuanto más se debatía, más se enredaba en ella.


–Paula. ¿Qué ha ocurrido? ¿Estás bien?


Ella se levantó y deseó gritarle que no, que no estaba bien. Que se sentía fatal por su culpa. Que estaba destrozada porque lo quería. Y que jamás se recuperaría. Pero no podía decirle nada de aquello, así que se puso recta y tomó aire.


–Sí, estoy bien.


–¿Y Olivia?


–También. Las dos estamos bien.


–Entonces, ¿Qué están haciendo aquí?


–Lo mismo podría preguntarte yo a tí.


–Por favor, Paula. Dime qué ha pasado, según Florencia, ha habido un accidente.


–De un señor en moto –intervino Olivia–. Mamá le ha salvado la vida.


–¿Pero a ustedes no les ha pasado nada?


Paula negó con la cabeza.


–¡Gracias a Dios! –exclamó Pedro aliviado.


–Íbamos en el taxi que lo ha golpeado, nada más. ¿Dices que has visto a Florencia? –preguntó Paula con el ceño fruncido, intentando comprender.


–Sí, en la ceremonia de graduación.


–¿Has estado en la ceremonia de graduación de Florencia? – preguntó ella, sin entender nada.


–No… Bueno, sí.


–¿Y qué hacías allí?


–Buscarte a tí, por supuesto.


–Ah… ¿Y puedo preguntarte el motivo? –añadió con cautela.


Se hizo un silencio. Las voces de las personas que los rodeaban se redujeron a un murmullo. Pedro la miró fijamente. Por primera vez, Paula vió vulnerabilidad en sus ojos oscuros. Se preguntó si tendría algún conflicto interno.

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