miércoles, 8 de febrero de 2023

Venganza: Capítulo 31

 –Perdona –dijo Paula, intentando pasar, pero él se negó a moverse y ella tuvo que levantar la vista hacia su magnífico cuerpo.


–La próxima vez voy a hacerlo sin flotadores –dijo Olivia–. Papá dice que aprendo deprisa.


–Seguro que sí –respondió Paula, secándole el pelo, ya en el camarote–, pero, si no quieres, no hace falta que lo llames papá, puedes llamarlo Pedor.


–Me gusta llamarlo papá –respondió Olivia–. Dice que los niños griegos llaman bampas a sus papás. Es gracioso, ¿Verdad? ¿Tú llamabas así a tu papá?


«No», pensó ella en silencio. Siempre había utilizado con Miguel la palabra formal: Pateras.


–Y la palabra para decir sí es nai –continuó Olivia mientras Paula la vestía–. Eso también es muy gracioso. Papá dice que tengo que aprender a hablar griego, así, podré hablar con todo el mundo.


–Bueno, ya veremos –respondió Paula–. En Londres no te va a hacer falta el griego.


–No, pero a mí me gusta estar aquí –respondió Olivia, bostezando.


–Sí, las vacaciones son muy divertidas, ¿verdad? Pero en casa también se está bien. Apuesto a que Florencia nos echa de menos.


–Umm –respondió Olivia–. Podría venir también.


–No, cariño. Ahora, ¿Quieres dormir la siesta?


Para su sorpresa, Olivia asintió y permitió que Paula la tumbase en una cama. Cerró los ojos casi inmediatamente. Paula miró a su alrededor. se sintió tentada a quedarse allí, en vez de volver a cubierta con Pedro, pero eso sería de cobardes. Y ella no era una cobarde. Cuando subió, él le estaba dando la espalda, haciendo algo con las amarras. Al oír que se acercaba, le preguntó:


–¿Está bien Olivia?


–Sí, está durmiendo. Debe de ser por el aire fresco –comentó riéndose.


–El aire fresco siempre es bueno para un niño.


Pedro abrió la nevera portátil.


–¿Quieres algo? ¿Más comida? ¿Una cerveza?


–No, gracias –respondió ella, que ya se arrepentía de la copa de vino blanco que se había tomado un rato antes. Entre eso y el sol, estaba empezando a sentirse aturdida–. Creo que me voy a sentar a la sombra, a leer un rato.


–Como desees.


Colocó unos cojines a la sombra y abrió su novela. Oyó que Pedro abría una cerveza y levantó la vista hacia él, que estaba ocupado con el barco. Las olas del mar golpeaban el casco, una gaviota pasó por encima. Ella cerró los ojos…

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