miércoles, 8 de febrero de 2023

Venganza: Capítulo 32

Pedro se puso cómodo al lado de Paula, que se había quedado dormida. Un mechón de pelo rojizo se había quedado entre sus labios y se movía con la respiración. Él la recorrió con la mirada y tragó saliva. La tentación de pasar las manos por su piel desnuda era demasiado fuerte. O de pasar la lengua, desatarle la parte de arriba del bikini y apartar la tela, para que su boca pudiese dedicar a aquellos pechos la atención que se merecían. Se excitó solo de pensarlo. Apartó la vista y la clavó en el horizonte. Sabía que, si quería, podía tener a cualquier mujer. ¿Por qué torturarse con aquella? ¿Sería porque sabía que había sido su primer amante? No se le había olvidado el momento en el que ambos se habían dado cuenta de que no había marcha atrás. Paula había sido tan apasionada, había estado tan excitada. En la cárcel, siempre había pensado que había sido toda una actuación, pero ya no estaba tan seguro. En esos momentos, cuando miraba aquellos ojos verdes veía en ellos muchas cosas: Ira, dolor, miedo, pero no traición. Y cuando le había dicho que Miguel era el culpable ella se había mostrado realmente destrozada. Rota. 


Pedro se pasó la mano por el pelo mojado y pensó que tenía que avanzar, tenía que dejar de sufrir por el pasado y concentrarse en el futuro. Un futuro en el que estaría su hija. Porque Olivia era lo más maravilloso que había salido de todo aquel embrollo. Todavía le costaba creer que tuviese una hija. Y, sobre todo, una hija tan especial como Olivia. Se sentía feliz cada vez que la miraba… Cuando pensaba en ella. Pero había otra cosa que lo inquietaba. Él había sido el primer amante de Paula, pero ¿Cuántos más había tenido desde entonces? Habían pasado cinco años, tiempo más que de sobra para que ella hubiese tenido muchos compañeros. Solo de imaginársela con otro hombre hizo que le ardiese la sangre en las venas, que le temblasen las manos de la impotencia y la ira. Al menos no parecía que estuviese con nadie en esos momentos. Lo había confirmado con Olivia. Lo que no significaba que fuese así. Aunque el modo en que Paula se había entregado a él el día del entierro, con tanta pasión, con tantas ansias, le sugería que no había nadie. Y que, si lo había habido, ya era parte del pasado. O iba a serlo pronto. Porque ella iba a ser suya mientras él lo quisiese. La decisión estaba tomada. La deseaba. Quería tenerla en su cama todas las noches. Y, además, iba a asegurarse de que ella también lo deseara.

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