miércoles, 15 de febrero de 2023

Venganza: Capítulo 44

Él arqueó las cejas ligeramente, gesto que hizo que a Paula se le doblasen las rodillas. Lo deseaba tanto… Y estaba segura de cómo terminarían si Pedro se acercaba más y la besaba. Pero no lo hizo. Apartó la mirada y señaló hacia donde había dos sillas de metal.


–¿Nos sentamos?


–Ah, sí, ¿por qué no?


–Bueno… –añadió Pedro, volviendo a mirarla–. Parece que tus queridos hermanos por fin saben la verdad acerca de tu padre.


Paula hizo una mueca.


–No son mis queridos hermanos –respondió ella–. No quiero volver a verlos en toda mi vida.


–Ya somos dos.


Pedro hizo una breve pausa y añadió, muy serio:


–Si Marcos vuelve a hablar de tí así, te prometo que no responderé de mis actos.


Paula vió cómo cerraba los puños.


–Todavía no sé por qué no lo he matado.


–Has conseguido controlarte muy bien –comentó ella, esbozando una sonrisa.


–No me importaría que me condenasen a cadena perpetua por haberlo matado.


–De eso nada –dijo ella, poniéndose seria de nuevo–. No merece la pena.


–Eso es cierto.


–En cualquier caso, gracias por haberme defendido –añadió Paula.


–No tiene importancia –respondió él–. Solo he dicho lo que pienso.


–Pues te lo agradezco mucho –repitió ella, apartando la mirada–. No obstante, lo que has dicho acerca de que Olivia vaya a heredarlo todo… ¿No te parece un poco prematuro?


Pedro se encogió de hombros.


–No pasa nada por hacerles ver que la dinastía Alfonso va viento en popa.


–Umm…


Paula no se sentía cómoda con aquello, pero no quiso romper el alto el fuego llevándole la contraria.


–Tengo que admitir que siempre pensé que ese par de payasos sabían la verdad acerca de Miguel –continuó Pedro–, pero, a juzgar por sus caras hoy, ya no estoy tan seguro.


–Yo pienso que también se habían creído las mentiras de nuestro padre –comentó Paula–. Lo siento mucho, Pedro.


Él sacudió la cabeza.


–Hagamos una tregua, al menos por esta noche.


Ella asintió. Le parecía bien. Si le diesen a elegir, no volvería a tocar el tema jamás, pero sabía que no era tan sencillo. Pedro había prometido limpiar su nombre y el de su padre. Al parecer, el señor Petrides iba a ayudarlo. Todo el mundo sabría lo que había hecho Miguel, cosa que a ella le parecía bien, pero también le daba un poco de miedo. Al fin y al cabo, Miguel había sido su padre… Y el abuelo de Olivia.


–¿Puedo preguntarte qué pretendes hacer? –le dijo, dejando la copa en la mesita que había entre ambos–. ¿Cuándo tienes pensado hacerlo público?

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