lunes, 6 de febrero de 2023

Venganza: Capítulo 26

 –Ha sido un placer, ¿Verdad, Rafael? –dijo Juana, llegando desde la cocina con una cacerola en las manos–. Ahora, sientense a cenar, los dos. Estoy segura de que tienen hambre.


Paula miró a Juana y a Pedro, y la idea de quedarse a solas con él le dió pánico.


–¿No se van a sentar a cenar con nosotros?


–¿Rafael y yo? Por supuesto que no –respondió Juana riéndose–. He preparado esto especialmente para Pedro y para tí. Es su primera cena aquí juntos, como pareja, como familia…


–Gracias, Juana, estoy seguro de que estará delicioso –dijo Pedro–. Ahora, Rafael y tú pueden marcharse, ya han hecho demasiado por nosotros. Paula y yo estaremos bien solos. ¿Verdad, Paula?


–Sí –respondió ella entre dientes.


Pero la puerta se acababa de cerrar cuando le preguntó, furiosa:


–¿Me puedes explicar qué está pasando aquí?


Paula se dejó caer en la silla.


–¿Por qué Juana y Rafael piensan que nos vamos a quedar a vivir aquí, como una familia? ¿Se lo has dicho tú?


Él se metió un bocado de comida en la boca y lo masticó antes de contestar.


–Supongo que Juana se lo ha imaginado. Ya sabes que enseguida se emociona.


–Es cierto, pero le tienes que poner las cosas claras, Pedro. Tienes que decirle que Olivia y yo solo vamos a pasar aquí unas breves vacaciones, que vamos a volver a Inglaterra.


–Yo me refería más bien a nuestra situación, a tí y a mí. Parece que Juana piensa que somos pareja. Supongo que es comprensible que cometa ese error, teniendo en cuenta que siempre ha sido una romántica.


–Sí, por supuesto, en eso se equivoca también.


–¿No vas a comer nada? –le preguntó él–. Está delicioso. Ahora entiendo que tu padre llegase tan lejos, con Juana cocinando para él.


Paula se negó a responder a la provocación.


–¿Se lo vas a decir tú o se lo digo yo? Que no vamos a quedarnos, quiero decir.


–Puedes decirle lo que quieras, Paula. Y puedes hacer lo que quieras. Me da igual. Pero Olivia va a quedarse aquí, conmigo. Todo el tiempo que yo diga.


–¡No!


–Sí, Paula.


–No es eso lo que acordamos. Dijimos que iban a ser unas vacaciones, como mucho quince días.


–¿Eso dijimos? Tal vez mentí un poco, pero no pongas esa cara de sorpresa. Tú sabes bien lo que es mentir.


–¡Eso no es justo!


Él descorchó la botella de vino y la miró solo un instante antes de servir dos copas.


–¿Qué está pasando? –repitió mientras se disponía a servir la deliciosa comida, moussaka, en dos platos y le ponía uno delante–. Por favor, siéntate.

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