viernes, 24 de febrero de 2023

Venganza: Capítulo 61

Se había sentido cada día peor, más irritable e irracional. Y la idea de salir por la noche a divertirse le había parecido tan repulsiva que se había preguntado si no estaría enfermo. Pero no, no estaba enfermo. Sabía muy bien cuál era la fuente de su malestar. Paula Chaves, que le había calado hondo, había hecho que se lo cuestionase todo: Sus motivos, su moralidad. Tenía la certeza de que necesitaba tenerla en su vida. De manera permanente. Y no solo en su cama por las noches. A pesar de que no podía dejar de pensar en su cuerpo desnudo, en su olor. No podía sacársela de la cabeza. Por ese motivo, la noche anterior se había rendido y había tomado la decisión de ir a Londres y resolver aquel embrollo de una vez por todas. Aunque no tuviese ni idea de cómo iba a hacerlo. Pero antes tenía que encontrarla. La puerta se abrió y apareció Florencia.


–Estoy buscando a Paula. ¿Está en casa? ¿Está aquí mi hija?


–No. Se han marchado.


–¿Se han marchado? –repitió él con el corazón acelerado, pensando que iba a buscarlas y a hacer lo que fuese necesario para recuperarlas.


–Sí, a nuestra ceremonia de graduación.


Florencia levantó el brazo, en el que llevaba la toga, y señaló el taxi que estaba esperando en la calle.


–Ahí está mi taxi. Paula se ha marchado antes porque quería…


–Da igual el motivo –la interrumpió él.


Acompañó a Florencia hasta el taxi y se subió con ella en la parte trasera.


–Vaya a donde ella le diga. Y rápido.


Pero cuando llevaban diez minutos circulando se vieron metidos en un atasco.


–Ha habido un accidente, amigo –comentó el taxista–. Es posible que lleguen más rápidamente andando.


Pedro juró en silencio, pagó la carrera, agarró a Florencia de la mano y tiró de ella.


–¿Conoces el camino? –le preguntó, ya en la acera.


–Debería –respondió ella–. He estudiado allí tres años.


–Pues vamos.





–¿Cómo está, doctor Lorton? –preguntó Paula al médico de urgencias.


–Fuera de peligro –respondió él, apoyando un brazo sobre sus hombros–. Ha hecho un trabajo excelente, enfermera Chaves.


–¿Y la pierna?


–Vamos a operarlo, parece que podremos salvarla.


–Menos mal.


–En serio, Paula, le has salvado la vida a ese hombre. Tu mamá… –se inclinó para hablarle a Olivia, que estaba entretenida coloreando– ¡Es toda una heroína!


Olivia le sonrió.


–Es una pena que te hayas perdido la ceremonia de graduación –le dijo el doctor Lorton a Paula.


–No pasa nada. Al menos la toga ha servido para algo.


–Y esto ha sido mucho más emocionante –añadió Olivia–. He podido montar en ambulancia y todo.


–¡Eso me han dicho!


Paula levantó a su hija del suelo y la abrazó. Esperaba que la experiencia no hubiese sido demasiado traumática para ella.

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