viernes, 17 de febrero de 2023

Venganza: Capítulo 47

La respuesta de Paula consistió en agarrarle la cabeza para que continuase.


–Supongo que eso es un «Sí».


Y volvió a acariciarla en el lugar adecuado una y otra vez hasta que Paula sintió que empezaba a caer. Caía por un precipicio que no estaba allí. Hacia un lugar que no existía. Pedro cambió de posición y la miró, que estaba tumbada boca arriba, saciada, recuperándose todavía. Se sintió orgulloso. Era él quien la había dejado así. Estaba preciosa, con los ojos cerrados, la piel cremosa, despeinada. No entendía cómo podía desearla tanto. Se inclinó hacia delante y le dió un suave beso en los labios, vió cómo abría lentamente los ojos y se tumbó a su lado y la abrazó para acercarla a su pecho. El brillo de sus ojos le quitó el aliento. La colocó donde quería tenerla, no, más bien donde necesitaba tenerla, para hacer lo que necesitaba hacer, penetrarla y oír su gemido de placer. Poco después se rompían los dos por dentro y gritaban el uno el nombre del otro.



Nada más vislumbrar a lo lejos la isla de Thalassa, Paula se puso nerviosa. Estaba deseando ver a Olivia. Solo habían estado separadas veinticuatro horas, pero la había echado mucho de menos. Además, Thalassa siempre había ocupado un lugar especial en su corazón. Dos semanas antes, cuando había ido al entierro de su padre, se había prometido a sí misma que no regresaría jamás, pero las cosas habían cambiado. Todo había cambiado. Había aparecido Pedro. La noche anterior había sido increíble. Mucho más intensa y apasionada de lo que jamás se habría podido imaginar. Había sido como si no hubiesen estado separados nunca. Y esa mañana, al despertar, él había estado a su lado, mirándola, con sus ojos oscuros muy serios. Entonces le había dado un beso y le había dicho que tenían que levantarse. Pero a Paula le había dado tiempo a ver aquella mirada cerrada, inescrutable, y se había dado cuenta de que se había entregado completamente a él, no solo le había entregado su cuerpo, sino también su corazón y su alma, sus emociones. Emociones que sabía que Pedro jamás compartiría con ella. Habían desayunado en una pequeña cafetería y allí Pedro le había contado que tenía un negocio que atender en Atenas y que tendría que quedarse varios días más, le había propuesto que se quedase a hacerle compañía. A ella le había costado un esfuerzo sobrehumano declinar la invitación. Tenía que volver con Olivia. No quería estar sin ella otra noche más a pesar de saber que su hija estaría pasándoselo muy bien con Juana y Rafael. Además, sabía que ya se había entregado demasiado a aquel hombre.

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