miércoles, 22 de febrero de 2023

Venganza: Capítulo 57

 –¿Por qué más, Paula, dímelo?


–Porque… ¡Porque te odio! –respondió ella, presa de la emoción.


Entonces respiró hondo. Pensó que lo mejor que podía hacer era cruzar la delgada línea que separaba dos emociones tan extremas.


–Esas son palabras mayores, agape.


Pedro pasó un dedo por sus labios, como para acallarla, y  después inclinó la cabeza para acercar sus labios peligrosamente a los de ella. Paula estaba a punto de caer en la tentación cuando…


–¡Hola!


La voz de su hija hizo que Paula despertase y saliese corriendo de la habitación. Pedro se quedó mirándola con exasperación, deseo, ira e impotencia, sentimientos que, al parecer, formaban parte de su relación con Paula. Si es que a aquello se le podía llamar relación.


–¡Hola, cariño! ¿Lo has pasado bien?


Oyó que Paula le preguntaba a la niña.


–¿Ha vuelto papá? –preguntó Olivia–. El helicóptero está afuera.


–Sí, pero el caso es que…


–Yassou, Olivia –dijo Pedro, entrando en el salón.


La niña corrió hacia él, que alargó los brazos para levantarla en volandas.


–¡Sí! ¡Has vuelto! –gritó la pequeña, abrazándolo por el cuello–. ¿Por qué has tardado tanto?


–Tenía mucho trabajo.


–¿Has comprado mi barco?


–Sí.


–Bien. ¿Cuándo puedo verlo?


–Bueno, la verdad es que… –empezó Paula de nuevo.


–Muy pronto.


–No va a poder ser tan pronto –añadió Paula, acercándose para tomar a Olivia de brazos de Pedro–. Porque ha habido un cambio de planes, Oli. Vamos a volver a Inglaterra.


–Oh… –dijo la niña con decepción–. ¿Por qué?


–Porque tenemos que volver a casa.


–¿Por qué? A mí me gusta estar aquí.


–Lo sé, pero las vacaciones no duran eternamente.


Olivia hizo un puchero.


–¿Y va a venir papá con nosotras?


–No.


Los grandes ojos verdes de Olivia lo miraron y él sintió que se le encogía el corazón.


–¿Por qué no?


–Porque, como bien sabes, papá vive aquí –le respondió Paula a su hija en tono paciente–. Ya están las maletas hechas, así que si Rafael nos lleva hasta el puerto…


–Yo creo que papá no quiere que nos marchemos, ¿Verdad, papá?


Dos pares de ojos verdes lo miraron.


–Tienes que hacer lo que dice tu madre –respondió él.


Vió sorpresa en los ojos de Paula, y la oyó respirar aliviada.

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