viernes, 17 de febrero de 2023

Venganza: Capítulo 49

 –¿Cuántos días faltan?


Paula levantó la vista del teléfono. Había estado buscando ofertas de empleo para enfermeras por Internet, ya que sabía que necesitaría un trabajo a partir de septiembre.


–¿Cuántos días faltan para qué, cariño? –preguntó, a pesar de conocer la respuesta demasiado bien.


–Para que vuelva papá –añadió la niña con impaciencia.


–No estoy segura.

Paula volvió a mirar su teléfono. Llevaba nueve días sin tener noticias de Pedro. Tiró el teléfono al sofá que tenía al lado.


–De todos modos, lo estamos pasando muy bien sin él, ¿No? –comentó, sabiendo que no sonaba nada convincente.


–Supongo, pero sería mejor si estuviese papá.


Paula tomó aire. Aunque intentase disimular delante de Olivia, lo cierto era que cada vez estaba más enfadada. Pedro le había dicho que estaría en Atenas dos o tres días porque tenía que trabajar. No era posible que las hubiese abandonado así, sin decirle cuándo iba a regresar. Al fin y al cabo, había sido él quien había insistido en que fuesen a Thalassa. Ella pensaba que lo mejor sería hacer la maleta y marcharse bastaba con mirar a su hija, que estaba deseando volver a encontrarse con su papá, para cambiar de opinión. No podía castigar a su hija solo porque ella tuviese el corazón roto. Porque aquella era la realidad. Sentía que tenía el corazón roto. Y lo peor era que la culpa era solo suya. Había pensado que la noche que había pasado con Pedro podía convertirse en algo más, que podía ser el comienzo de una relación importante. Y se odiaba a sí misma, y a su estúpido corazón, por haber sido tan ingenua y tan tonta. Porque había sabido desde el principio que el nuevo Pedro era frío, despiadado y calculador. Y ella había caído rendida a sus pies. En esos momentos se daba cuenta de cómo la había manipulado para que cayese en sus redes y se entregase a él. Y Pedro, con su silencio, le estaba demostrando quién mandaba allí. Se dijo que no podía remediar lo ya ocurrido, pero al menos podía cambiar de actitud en un futuro. Para empezar, no iba a contactar con él. De hecho, se arrepentía del mensaje que le había enviado desde el barco, de camino a Thalassa, para darle las gracias por una noche maravillosa. Le había dado las gracias y le había mandado besos, y un emoticono con una carita sonriente. Se le encogió el estómago solo de pensarlo.


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