lunes, 3 de enero de 2022

Seducción: Capítulo 51

 —¿Qué es todo esto? —exclamó viendo todas las bolsas, cajas y paquetes que había en el suelo del salón.


—No te lo vas a creer —dijo él yendo tras ella—. Todo son regalos. Regalos para mi madre. Regalos para la gente que trabaja en la casa de mi madre en Venecia. Regalos para todos los que trabajan para mí —Pedro sacudió la cabeza, casi sin creer lo que había hecho—. ¿Cómo es posible que a las mujeres os gusten tanto los regalos?


Paula se encogió de hombros y le sonrió.


—Tú eres quien los ha comprado.


—P.J. me ha obligado —refunfuñó él.


Paula se echó a reír.


—Claro.


Él la miró de soslayo.


—Yo quería comprar uno para tí, pero a P.J. no le ha hecho mucha gracia.


—No me digas —Paula volvió a reír y se echó el pelo mojado hacia atrás—. No tienes que comprarme ningún regalo —le dijo—. Que estés aquí, cuidando de Joaquín, suficiente.


Él sonrío, como si le gustara oírle reír.


—Lo único que quería era volver aquí contigo —dijo él con sinceridad, en voz baja.


Paula puso los ojos en blanco, divertida.


—Ya.


Le dió la espalda meciendo a Jamie en sus brazos.


—No, en serio. ¿No lo crees?


Paula se volvió a mirarlo y se ruborizó. Era cierto, sí, lo veía en sus ojos. Suspiró, recordando el beso de la mañana. Si no andaba con cuidado, volverían otra vez a lo mismo. Se reflejaba claramente en los ojos masculinos.


—Pedro, tenemos que hablar.


—¿Sobre que no debemos liarnos? —preguntó él serio.


Paula se maravilló. Ahora además le leía el pensamiento.


—Exacto —dijo ella—. Sobre todo porque vas a casarte con P.J., por el amor de Dios.


—Casarme con P.J. —repitió él.


La sola idea le resultaba una pesadísima carga y Pedro se hundió en el sofá y apoyó la cabeza en las manos. 


—No va a ser tan fácil como parecía en la distancia —reconoció en voz alta.


—No parece que te caiga muy bien.


—Se nota, ¿Verdad? —él levantó la cabeza—. No es que no me caiga bien —dijo él—. Es agradable, y divertida. Pero para otro hombre, no para mí —soltó una risita—. Como Gustavo, por ejemplo.


Ella asintió con la cabeza sonriendo.


—Parece estar totalmente coladito por ella.


—Ya lo creo. No puede dejar de mirarla.


Paula levantó una mano en el aire.


—Pues entonces que se case él con ella.


—Buena idea. Aunque tiene un pequeño fallo. Eso no me conseguirá el rancho.

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