viernes, 7 de enero de 2022

Seducción: Capítulo 61

De vuelta en el hotel, Pedro hizo algunas llamadas y consiguió más información.


—La policía no ha podido localizar a ningún familiar de Romina, y tampoco mi gente —miró profundamente a los ojos de Paula—. Todo dependerá de los resultados del ADN.


Paula entrelazó los dedos debajo de la barbilla y quedó pensativa.


—¿Y si dan negativo?


Una mueca de dolor cruzó el rostro masculino.


—Paula, si eso ocurre, yo no podré hacer nada. Si no tengo vínculos matrimoniales ni de sangre con Joaquín, no podré hacer nada. No tendré derecho a mantenerlo a mi lado —Pedro sacudió la cabeza—. Ni siquiera todos esos abogados a los que les pago tanto dinero podrán arreglarlo.


Paula se hundió en el sillón.


—O sea, que quedará bajo la tutela del estado.


—Supongo.


Si eso ocurriera…


No, no podía ocurrir. A ciegas, se levantó y corrió hacia la habitación de Joaquín. El niño dormía plácidamente, pero ella tenía la necesidad de abrazarlo. ¿No hubo un momento en que juró no enamorarse? Aquella promesa por lo visto quedaba muy lejos. 


-Según tengo entendido, mañana es el día de San Valentín.


Paula se incorporó al oír a Pedro entrar en la habitación de Joaquín un par de días después y esbozó una traviesa sonrisa.


—Es cierto, caballero —respondió ella.


Pedro la miraba con un seductor destello en los ojos.


—¿Es cierto que en este país es un día muy importante para las mujeres? —preguntó.


Paula frunció el ceño, sin entender muy bien adonde quería llegar.


—Bueno, puede serlo.


—Bien —dijo él sonriendo complacido—. Lo tengo todo organizado.


—¿Organizado?


Paula no estaba muy segura de querer conocer los detalles.


—¿Vas a hacer algo con P.J.? —preguntó casi sin querer.


Pedro la miraba como si estuviera acariciándola con los ojos.


—No, voy a hacer algo contigo.


—¿Conmigo? —repitió ella abriendo desmesuradamente los ojos.


¿Por qué no con P.J.? ¿No era la mujer con la que quería casarse? O quizá no. Al menos últimamente no parecía darle la misma impresión.


—Tiene que haber una manera de convencerla para que me venda ese rancho tan destartalado —había mascullado él en más de una ocasión—. Estoy dispuesto a pagarle el doble de lo que vale. Y quiero cerrar el trato cuanto antes. Quiero empezar con las obras antes de que mi madre sepa en qué estado se encuentra. 

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