lunes, 3 de enero de 2022

Seducción: Capítulo 53

Paula lo miró con admiración. No estaba acostumbrada a que un hombre pusiera a los demás por delante de él. Todo lo contrario que su marido. Franco había vivido amargado. Desconfiaba de todo el mundo, y pensaba que todos cuantos le rodeaban sólo querían timarlo, o engañarlo. Y todas las veces que intentaba hacerle ver que no era así, él la acusaba de aliarse con sus enemigos. Pobre Franco. Ahora, después del tiempo que había pasado, podía sentir lástima de él. Pero estando en vida, ser comprensiva con él había sido mucho más difícil.


—Mi hermano murió probando una avioneta experimental. Estaba pensando en invertir en la empresa que las fabricaba. Fue un golpe muy duro para todos, pero para mi madre, supuso el final de su mundo. Tuve que pedir a sus criados que la vigilaran día y noche para que no intentara quitarse la vida. Yo ya tenía el corazón destrozado por la muerte de mi hermano, pero cada vez que veía el dolor en su cara, se me volvía a romper el corazón. Y entonces decidí que haría cualquier cosa, cualquier cosa, para que volviera a sonreír.


—¿Y crees que lo conseguirás con el rancho?


—Sí —Pedro se volvió y la miró a la cara—. Sé que el rancho la hará feliz. Su familia compró los terrenos donde está el rancho en el siglo XIX. Su bisabuelo valló la finca. Su abuelo criaba ganado, y ella se crió allí — sacudió la cabeza y el tono de su voz cambió—. Y fue su padre quien se jugó y perdió la fortuna de la familia, para evitar la cárcel, tuvo que vender el rancho al padre de P.J.


—Ahora lo entiendo.


—Desde que era niño, he escuchado las historias del Triple A. Mi madre se torturaba pensando que estaba en manos de la familia de P.J., en lugar de su familia. La madre de P.J., Betiana Jean, era la mejor amiga de mi madre, pero cuando el padre de P.J. compró el rancho y después se casó con ella, dejaron de hablarse. Mi madre fue a Europa donde conoció y se casó con mi padre, pero nunca llegó a superar la pérdida del rancho.


—Creo que empiezo a entender por qué todo esto es tan intenso —dijo Paula observando a Joaquín, que había quedado dormido sobre sus piernas—. Pero aun con todo me parece muy exagerado. ¿O es algo italiano?


—Mi madre es por encima de todo texana —dijo él con una sonrisa—.Quizá sea algo texano.


Paula asintió, sonriendo. 


—Puede. Aquí el amor a la tierra también es muy intenso —reconoció ella.


—El caso es que hace unas semanas P.J. escribió a mi madre. Quería venir a Italia a vernos —Pedro frunció el ceño—. Claro, ahora lo entiendo. Cuando Leonardo vino aquí el año pasado, esperando poder comprar el rancho, le debió de hacer pensar que estábamos dispuestos a hacer cualquier cosa para recuperarlo. Así que ella decidió utilizarlo para conseguirse un marido.


—Un marido rico —le recordó Paula.


—Por supuesto. ¿Para qué iba a querer P.J. un marido pobre?


Paula sacudió la cabeza.


—En eso tienes razón.


—El caso es que yo no quería que viniera a Italia a molestar a mi madre, y eso fue poco después de la llamada de Romina diciéndome que tenía un hijo de Leonardo.


—¿Y qué quería Romina?


—Dinero, pero en cuanto le pedí pruebas de que el hijo era de Leonardo, desapareció. Unas semanas más tarde, mi gente la localizó en Dallas, y eso me dió una razón para venir y ocuparme de los dos asuntos.


Aquello explicaba un montón de cosas, pero no hacía la situación más fácil. Pedro tenía que encontrar una solución para el niño y otra para el rancho, algo que de momento no tenía, y era algo que Paula debía tener presente. Por mucho que ella lo quisiera, por mucho que hubiera entre ambos, Pedro Alfonso sólo estaba de paso, y en unos pocos días se iría. Quizá entonces su vida volvería a ser como siempre. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario