lunes, 8 de febrero de 2021

Enemigos: Capítulo 6

 –Quiero hablar con Pedro. 


Paula estaba acostumbrada a que los proveedores quisieran negociar con un hombre.


–Lo siento, está ocupado con los obreros. Señor Grant, si continuamos nuestra relación comercial, tendrá que tratar conmigo, Paula chaves. Yo soy la gerente del proyecto –el proveedor murmuró otro taco–. Y tiene hasta las doce de la mañana de hoy para hacer la entrega.


–¿Cómo se me puede pedir eso cuando no tengo conductor?


–Pues se lo echa al hombro y lo trae.


Y colgó de golpe. ¿Qué le pasaba? Ella nunca se comportaba así. Claro que, tampoco había tenido que trabajar nunca con un ex novio. Tomó aire profundamente y cerró los ojos. Cuando por fin los abrió se encontró a Pedro de pie junto a la puerta.


–¿Pero qué demonios pasa? –preguntó él.


Parecía un modelo de un anuncio de refrescos, llevaba vaqueros claros y botas con suela de goma. La leve sudoración en su camiseta oscura, que se extendía por su musculoso pecho, no hacía más que aumentar su sex-appeal.


–He preguntado qué pasa –repitió.


Genial, la cosa se ponía peor.


–A lo mejor te tendría yo que preguntar eso.


Le mostró a Pedro la petición de suministro al almacén de maderas.


–Esta entrega lleva un retraso de dos días.


–Pues voy a llamar a Gerardo. Tenía problemas para encontrar un conductor – y se dirigió hacia el teléfono.


–El señor Grant y yo ya hemos hablado. Le comuniqué que si la entrega no se realiza al mediodía, él no habrá respetado lo pactado con nosotros y será sustituido.


Pedro tomó la hoja de pedido. Parecía que Paula se había metido de lleno en su nuevo trabajo. El día anterior había empezado mandando limpiar a fondo la caseta oficina; más tarde, a última hora, habían llevado una mesa y un armario archivador. Lo único que él había pedido era que no se tocara ninguna de sus cosas, después había salido del trabajo y se había dirigido a un bar de la zona con algunos de los trabajadores. A las cinco y media de la mañana, había acudido a la caseta oficina al olor del café…  Y de Paula. Ésta llevaba unos pantalones caqui con raya y una blusa rojo burdeos, ni siquiera las botas de trabajo le quitaban feminidad. Tenía el pelo recogido con trenzas dejando al descubierto todo el contorno de su rostro, lo que hacía que sus ojos verdes se mostraran grandes y atractivos. En ese momento fue cuando él decidió que sería mejor irse de allí. Así pues, salió a trabajar con los obreros. Más tarde intentaba hacer de mediador. 

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