lunes, 22 de febrero de 2021

Enemigos: Capítulo 38

Algunos días después, Pedro acababa de colgar el teléfono cuando Paula entró en la caseta oficina después de comer. Como hacía a diario, había ido a ver a su padre a casa. Él notó mucho su ausencia. Dos días atrás, Paula le había pedido que no siguiera pensando en tener una relación afectiva con ella, y así lo hizo. Ambos sabían que tenían que centrarse en el proyecto, y ella había tenido trabajo extra, ayudando a su madre a atender la diabetes del padre.


–¿Qué tal? –dijo ella cuando se dirigía a su mesa.


–Hola –a él se le puso cara de contento cuando ella se inclinó sobre la mesa, se recreaba viendo cómo los pantalones vaqueros de ella se ajustaban a sus bien formadas piernas y redondo trasero. Cuando dejó de estar inclinada, se giró y lo miró airadamente, como si supiera lo que él había estado pensando.


–¿No crees que puedes sacar más trabajo adelante si tienes la cabeza donde tienes que tenerla? –puso una sonrisa forzada.


–Ya que eres tan buena leyéndome el pensamiento, vamos a ver si puedes adivinar lo que voy a hacer ahora –atravesó la oficina, y fue a por ella, pero estuvo muy rápida y lo esquivó. Echó un vistazo hacia la puerta como si alguien pudiera entrar en cualquier momento.


–Pedro, compórtate.


Pedro hizo lo que ella le pidió y se apartó.


–Es que eres demasiado tentadora.


–Bueno, pues intenta controlarte –lo recriminó ella y se sentó a su mesa–. Esto es un lugar de trabajo. 


–Entonces vamos a continuarlo esta noche. Salgamos a cenar –quería convencer a Paula de que ellos se entendían bien y de que deberían continuar su relación afectiva.


–Creo que ya hemos hablado de esto. No vamos a tener ninguna relación ahora.


–Ya la tenemos. Quiero pasar más tiempo contigo, Paula. Quiero quedar contigo y llevarte por ahí.


Ella se quedó pensando, y él sabía que estaba tentada.


–No puedo. Le he dicho a mi padre que iría a cenar esta noche. 


Vaya.


–¿Cómo se siente tu padre? ¿Tienes idea de cuándo volverá a trabajar?


Chaves había estado dando un trabajo agotador a su mujer y su hija. No le importaba nada llamar a Paula para que fuera a casa varias veces a lo largo del día.


–Creo que la semana que viene.


En lo que concernía a Pedro, lo bueno de todo eso era que Chaves había dejado de atosigarle. Y eso hacía su trabajo más fácil.


–Como no puedes salir a cenar esta noche, ¿Qué tal si nos largamos pronto y nos tomamos algo? Hay algo que me gustaría comentar contigo.


Aunque habían pasado mucho tiempo juntos en la obra, en público eso no había sucedido. Pedro pretendía que ellos dos figuraran como pareja.


–No sé si eso es una buena idea ahora –dijo ella eludiendo la invitación.


Eso dolía.


–Bueno, entonces, dime cuándo será una buena idea.


Se quedó callada.


–Supongo que he malinterpretado tu actitud. Creía que te gustaba estar conmigo.


–No es eso, Pedro –empezó a decir–. Dijiste que irías despacio. Los dos tenemos responsabilidades.


–No creo para nada que se me fueran a olvidar, sin embargo hay tiempo para otras cosas, Paula. Creía que podría haber tiempo para nosotros, pero supongo que estaba equivocado –tomó su casco de la mesa y salió de la caseta cerrando fuerte la puerta. 


Se dirigió directamente donde estaban los carpinteros montando estructuras, con la esperanza de que golpeando clavos desahogaría su frustración. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario