miércoles, 10 de febrero de 2021

Enemigos: Capítulo 12

 –En eso estoy de acuerdo contigo –dijo Pedro.


Ella abrió mucho sus ojos verdes.


–Bueno, por algo se empieza. Por fin estamos de acuerdo en algo.


Hacia medianoche, Pedro bostezaba mientras reducía la velocidad de su vehículo en la salida que llevaba a la obra. No podía dormir, así que decidió hacer algo útil. Hasta que tuvieran el nuevo plan de seguridad en marcha, se disponía a hacer alguna comprobación por sí mismo. Cualquier cosa era mejor que quedarse en la cama sin poder dormir. Nada de lo que hacía podía evitar que su pensamiento se fuera a Paula. No dejaba de aparecer en su mente. Esos grandes ojos verdes, su boca y ese pelo suelto lo tenían en tensión. En el instituto ya era guapa, pero ahora estaba de maravilla. Pero sería un suicidio iniciar algo con ella. Eso era un negocio, y si quería ver a Alfonso Construction despegar tenía que devolver a Federico el dinero que le había prestado dos años antes para empezarlo. Eso significaba que tenía que centrarse en el proyecto. Si Paula aparecía en su mente tenía que ser para constatar lo duro que había trabajado ordenando el desaguisado ese día; que no se había quejado; y que a última hora tenía hecha una lista detallada de todo el inventario. Ambos habían concluido que los que habían hecho los destrozos no podían ser profesionales. Serían chavales o alguien que quisiera fastidiarlo. El primer pensamiento de él fue que Chaves podría estar detrás, pero no se imaginaba al concejal de la ciudad tentando a la suerte manchándose las manos con esas jugarretas de aficionado. A unos cien metros antes de llegar a la caseta oficina, apagó las luces y estacionó. Si había alguien dentro de la obra lo quería sorprender. En ese momento vio una luz tenue dentro de la caseta. Alguien estaba allí. Salió del vehículo y fue corriendo a través del campo. Metió su llave sigilosamente, en silencio entornó la puerta y vió la sombra de una persona en la pared. Se abalanzó sobre el intruso, lo agarró y lo empujó contra la pared. Enseguida se dió cuenta de que estaba presionando un cuerpo blando. Un cuerpo blando con pechos.


–Suéltame –exigió Paula mientras se retorcía.


El deseo le recorrió el cuerpo y tuvo que reprimirse para controlar su reacción.


–Supongo que tendrás una explicación para decirme qué demonios haces aquí a estas horas de la noche. 



Paula no podía respirar con Pedro pegado a ella, presionándola. Él tenía la cara tan cerca que podía sentir su aliento en la mejilla. Podía percibir su fresco y varonil aroma que tenía atisbos de jabón y mucho de simplemente… Pedro. Le trajo recuerdos de otra época, en la que habían compartido largos y pausados besos. Una época en la que el simple tacto de él podía hacerla sentir tanto placer. Dejó de pensar en ello y consiguió tomar aire. 

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