miércoles, 10 de febrero de 2021

Enemigos: Capítulo 14

 –¿Cómo iba a pedirte eso? Eras el sueño de cualquier chico de mi edad.


El pulso de ella estaba acelerado. Al escuchar su confidencia, al sentir su sólido cuerpo presionado contra el suyo, no tuvo fuerzas para esquivarlo. Odiaba su debilidad con ese hombre. La cabeza de Pedro bajó hasta la suya, y ella recibió con ansia su boca. Dió un gemido cuando sus labios se abrieron y la lengua de él se introdujo dentro. Deslizó sus manos hacia arriba por el pecho de Pedro hasta que alcanzaron el cuello para rodearlo. Todos los sentimientos que había enterrado hacía tanto tiempo brotaron de repente. Ninguno de los momentos en los que había soñado estar con él otra vez podía compararse a ése. El deseo crecía por todo su cuerpo, y desembocaba a través de sus sentidos, haciéndola sentir unas ganas que nunca antes había tenido. Luego, en un instante, todo acabó. Pedro la soltó maldiciendo y apartó la vista de ella. El rechazo fue desgarrador para Paula. Una vez más, había permitido a Pedro Alfonso hacerle daño. La mirada de él se encontró con la de ella.


–Ha sido un error. Lo que menos necesitamos es este tipo de complicaciones.


Paula tomó aire con inseguridad, intentando ralentizar su pulso.


–Tienes razón. Debería haber cortado la conversación antes.


–¿Cómo va a ayudar esto en una relación laboral?


–Si crees que voy a dejar el puesto, estás equivocado. No dejo las cosas a medias tan fácilmente.


–Entonces más vale que pongamos ciertas normas.


A ella no le gustaba que él estuviera tan calmado y controlado después de lo que acababa de pasar.


–Para empezar, ¿Qué te parece si en adelante no tienes las manos tan largas? Vamos a dejar que sea sólo una relación profesional; nada más.


–¿Y qué te parece si tú no vienes aquí sola en mitad de la noche?


–Y tú dímelo cuando un proveedor tenga problemas para entregar un pedido. No soy una tirana. Se puede pensar algo. Yo también creo que es preferible trabajar con proveedores locales para este proyecto.


–¿Y qué tal si no vas corriendo a casa cada noche a decirle a papá cualquier cosa que suceda? No quiero que tenga munición con la que luego me acribille. 


Ella frunció el ceño.


–No hablo de nuestros asuntos con nadie. Pero vivo con mis padres… Al menos de momento.


Pedro se quedó pensativo.


–¿Estás buscando casa?


No pensaba contarle las desavenencias con su padre.


–Tengo mi propio departamento en Fénix. No he vivido con mis padres desde que empecé a ir a la universidad. Mientras esté aquí me gustaría tener una casa, temporalmente, pero eso es imposible sin tener que hacer un contrato de alquiler.


–Si no estás buscando algo muy especial, sé de un departamento estudio.


–Me puede interesar.


Él asintió.


–Entonces te espero mañana en el Good Time Café para desayunar.


–No me da tiempo.


–Mañana te tiene que dar –tomó el bolso de ella y se lo dió–. Y ahora vámonos a dormir.


Se puso tensa cuando él le colocó la mano en la espalda para guiarla hasta la puerta.


–Mañana ya pensaremos entre los dos cómo podemos desempeñar nuestros trabajos.


–Me gusta cómo suena eso.


–Y lo digo en serio, Paula, no vengas más aquí tan tarde. Es demasiado peligroso. 

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