viernes, 12 de febrero de 2021

Enemigos: Capítulo 16

Paula se dirigió a la camarera.


–Preferiría huevos revueltos muy hechos y una rebanada de pan tostado.


Cuando Romina se fue, Federico y Paula siguieron conversando, ignorando completamente a Pedro. Al ver éste la sonrisa forzada de su hermano, se dió cuenta de que se estaba vengando por todas las veces que él había flirteado con Vanina. Federico estaba perdiendo el tiempo, él no estaba interesado en reavivar una relación con su novia de la adolescencia. Sólo estaba interesado en poder trabajar amistosamente con ella. Pedro captó la imagen de Paula reflejada en el espejo de enfrente. Su mirada se quedó fija en los expresivos ojos verde esmeralda de ella, después bajó a la boca. Su corazón palpitaba mientras la mirada seguía su recorrido. Bueno, y qué, si esa mujer era capaz de excitar a un muerto. Eso no significaba que él tuviera que verse afectado, ¿O sí? Justo en ese momento la radio de Federico sonó. Se levantó para comprobar el mensaje.


–Bueno, parece que me necesitan para ayudar a mantener el orden. Me alegro de verte otra vez, Paula. Espero tener oportunidad de presentarte a mi mujer, Vanina.


–Estaría encantada –dijo Paula en el mismo momento que le sirvieron el desayuno.


–Bueno, me voy. Hasta luego, hermanito –dijo Federico dando un manotazo en la espalda a Pedro, y caminó hasta la puerta, justo a tiempo para sujetársela a la clienta que entraba.


Pedro refunfuñó cuando vió a Ana Alfonso a punto de entrar. Su madre, de cincuenta y cinco años, lucía su garbosa figura con un chándal gris. Se acercó a ellos con una sonrisa.


–Hola, Pedro –besó a su hijo y después se volvió hacia Paula.


–Vaya, si parece Paula Chaves–Ana agarró ambas manos de la joven–. ¡Cuánto tiempo sin verte!


–Hola, señora Alfonso. Me alegro de volver a verla –Paula puso la mirada sobre Ana–. Tiene un aspecto fenomenal.


–Gracias, intento mantenerme en forma –miró a Pedro y después otra vez a Paula–. He oído que trabajas con Pedro.


–Así es. Soy la gerente del proyecto.


–No me digas que no es bonito –dijo Ana sonriendo.


Pedro presentía que su madre se traía algo entre manos.


–Mamá, ¿Qué haces por el centro de la ciudad tan temprano?


–Me aburría y decidí cambiar la ruta que hago corriendo.


–¿Y cómo es que has parado aquí? –Pedro le puso la mano en el codo.


–Bueno, he visto el coche patrulla de Federico fuera y quería decirle que Carolina viene a casa este fin de semana.


–¿Viene en avión desde Los Ángeles? ¿Sólo para el fin de semana? –Pedro se sorprendió.


A ninguno de la familia le había gustado que Carolina hubiera elegido trabajar en la industria del cine. Ya que eso había hecho que ella se fuera a vivir a Los Ángeles cuando acabó la universidad.


–A lo mejor ya ha sentado la cabeza y se quiere quedar en casa.


Ana frunció el ceño.


–No. No va a abandonar su carrera profesional. Pero ha dicho que tiene buenas noticias para nosotros. Así que Vanina y yo tenemos pensado hacer una barbacoa el sábado en el Double A. 

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