viernes, 5 de febrero de 2021

Enemigos: Capítulo 5

A mediodía a Pedro le apetecía echar un trago, pero necesitaba tener la cabeza despejada. Así que fue a la ciudad a comer y desconectar un poco. Cuando entró en su sitio favorito, el Good Time Café, encontró a su hermano Federico en la barra, sentado.


–Eh, hermanito, ¿Qué te trae por aquí un día laborable?


Pedro se sentó en el taburete de al lado.


–Están limpiando la caseta oficina.


Federico entrecerró los ojos.


–¿Puedes repetirlo?


–La nueva gerente del proyecto quiere tenerla limpia. Dijo que era una pocilga.


–Bueno, eso no se puede negar. ¡Eh!, has dicho la nueva. ¿Es una gerenta?


Pedro asintió con la cabeza.


–Vaya, chico.


–Aún hay algo peor –Pedro continuó–. Ella es Paula Chaves.


Su hermano soltó un silbido.


–¿Estás hablando de la chica que te ponía en el instituto? ¿La hija de Miguel Chaves?


Pedro lo confirmó con la cabeza. 


–Caramba –sus ojos se abrieron más de lo normal–. ¿Sigue estando guapa?


–No me he dado cuenta.


Federico agarró a su hermano por la muñeca.


–Estoy comprobando tu pulso. Debes de estar muerto, porque ésa es la única manera de que tú no te fijes en una mujer.


Pedro se soltó dando un tirón.


–Ya vale. Como si yo tuviera tiempo para observarla.


–No te fijaste en todo ese pelo rojizo suelto y esos grandes ojos verdes. Esas larguísimas piernas…


Pedro no quería escuchar más.


–Oye, ¿Tú no te has casado con una rubia fantástica hace seis meses? Me parece que se llama Vanina. Y pronto va a ser la madre de tu hijo.


Federico sonrió.


–Y quiero a mi mujer, pero me acuerdo de cuando tú merodeabas a esa chica completamente alelado. Creí que te tendría que comprar un babero.


–Yo no estaba tan mal –¿ O sí lo estaba?–. Además, eso fue hace años – insistió Pedro, intentando no recordar el momento en el que no tuvo más remedio que darla por perdida–. Ahora, ella no es más que un dolor de… costado.


Federico frunció el ceño.


–¿Temes que ella intente socavar tu trabajo?


Pedro se encogió de hombros.


–¿Qué otra cosa puedo pensar? Es la hija de Miguel Chaves. 





-Necesito el pedido de tablones a las doce, señor Grant –dijo Paula por teléfono en su mesa. 


Su primera mañana y ya había tenido que tratar con media docena de problemas, y no eran ni siquiera las nueve.


–Nos es imposible –dijo el proveedor local–. El conductor no podrá llegar con el pedido hasta las tres.


Paula puso cara de sorpresa en silencio, para evitar mostrar su frustración.


–Eso significa que el personal estará parado. Y nos va a hacer ir con retraso.


–Las cosas son así en este negocio. Hay que tener paciencia, José estará allí tan pronto como sea posible.


–No tengo tiempo para la paciencia, y mis trabajadores tampoco. Señor Grant, no me deja más opción que dar por acabado nuestro acuerdo comercial.


Paula escuchó algún taco no muy fuerte.


–No puede hacer eso. Tenemos un contrato.


–Usted se lo ha saltado al no entregar la mercancía a su debido tiempo –le comunicó–. De hecho, los tablones en cuestión tenían que haber llegado hace dos días –¿Por qué no se había ocupado Pedro de ese problema antes?–. Por ello no tengo más alternativa que darle el negocio a otra empresa.


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