viernes, 5 de febrero de 2021

Enemigos: Capítulo 3

La rabia de Paula se dejaba sentir, pero la contuvo. Había trabajado muy duro para ganarse una buena reputación en el negocio inmobiliario.


–No estoy intentando tomar el control. Estoy aquí para hacer que las cosas vayan mejor. Y en el pasado me he dado cuenta de que es la actitud de su jefe lo que hace que a los hombres no les guste tener a una mujer en la obra. Como jefe, tienes que dar ejemplo. Si tú dejas claro que entre nosotros hay una buena relación de trabajo, tus trabajadores seguirán tu ejemplo de trato conmigo.


Él no parecía convencido todavía.


–Además, eres la hija de uno de los promotores.


–Mira, Pedro, sé que mi padre y tú nunca se han llevado bien, pero por el bien de este proyecto necesitamos llegar a un acuerdo.


–¡Vaya una idea! Un Alfonso y una Chaves trabajando juntos.


Paula sabía que su padre durante años había guardado rencor a la familia de Pedro. ¿Era pedirles mucho que dejaran a un lado sus sentimientos personales?


–Pedro, si yo no hubiera aceptado este trabajo, habrían encontrado a otra persona. No pasaría mucho tiempo antes de que se extendiera el rumor de que es difícil trabajar con Alfonso Construction, sobre todo con los problemas que has tenido últimamente.


Los ojos de él echaban chispas.


–No somos distintos de cualquier otra obra de esta envergadura. Puede haber robos y los chavales se meten a escondidas y destrozan lo que pillan. Las pérdidas no han sido muy graves.


Paula se sentó en el borde de la mesa.


–Toda la precaución que tengas es poca, se ha tenido noticia de que incluso activistas ecologistas radicales han saboteado y destruido propiedades. Esta urbanización está en una zona de bonitos paisajes.


Pedro desplazó la carpeta que estaba encima de la mesa. 


–Y eso es lo que hará que se vendan estas viviendas de alto coste, las vistas. La gente hará cola para comprarlas. Pero eso no sucederá si dejamos a los obreros aquí parados.


–Entonces vamos a ponerles a trabajar –y extendió el brazo–. Preséntame al personal y confírmales las funciones de mi cargo.


Pedro cruzó los brazos sobre su amplio pecho.


–¿Y cuál será exactamente tu trabajo?


–La mayoría de mis tareas serán realizadas desde aquí. Pediré los materiales, me aseguraré de que no se malgastan y comprobaré que llegan en el momento acordado. Mi trabajo es hacer que el proyecto se ajuste a los plazos y al presupuesto.


–Creía que ése era mi trabajo.


–Y lo es –aseguró ella–. Sólo estoy aquí para ayudarte. Éste es un proyecto grande, y debería haber habido un gerente desde el principio.


–Me gusta trabajar solo.


Eso no había cambiado con el paso de los años. Pedro Alfonso no había necesitado a nadie, y menos a ella, pues el hecho de que su padre no la quería ver nunca junto a un Alfonso lo había hecho todo más difícil. Incluso ahora, Paula sabía que Miguel Chaves esperaba que Pedro y Alfonso Construction no fueran capaces de sacar ese importante proyecto adelante.


–Entonces tienes un problema, Pedro, porque yo estoy aquí… Para quedarme –fue hasta la puerta–. Y ahora, ¿salimos para que me puedas presentar al personal?


Pedro se quedó allí de pie un largo rato, y ella decidió que necesitaba un empujoncito.


–Bueno, es tu dinero el que se está perdiendo mientras ellos permanezcan ociosos –dijo Paula–. Y es tu pellejo lo que te estás jugando con los promotores.


–Que me maten si no eres terca –se dirigió a la puerta; Paula lo siguió. De repente se paró y se volvió hacia ella–. Más vale que seas de utilidad.


Paula forzó una sonrisa. No fue fácil.


–Lo soy.


En ese momento fue cuando ella captó un atisbo de deseo en la intensa mirada fija de Pedro. Por fin él abrió la puerta.


–El tiempo lo dirá. 

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