miércoles, 17 de febrero de 2021

Enemigos: Capítulo 30

El siguiente lunes por la mañana Paula llegó a la obra a las seis de la mañana y vió que Pedro estaba ya en su mesa. La saludó con un rápido movimiento de cabeza mientras seguía hablando por teléfono. Era un asunto de trabajo, como de costumbre. Cuando por fin colgó se acercó hasta la mesa de ella.


–Hola –dijo él, mientras daba vueltas a un papel de notas que tenía en la mano.


–Hola –contestó ella señalando al papel–.¿Hay algún problema?


Pedro parpadeó.


–Sí, Sergio Combs me llamó ayer por la noche. Ha tenido un accidente con la moto este fin de semana.


Ella emitió un grito ahogado. El carpintero había sido uno de los primeros en darle la bienvenida.


–¿Está bien?


–Se ha dado un buen golpe y se ha roto un brazo. No podrá trabajar en al menos seis semanas.


–Pues tendremos que buscar a alguien que lo reemplace –dijo ella, sabiendo que era un poco cruel pensar inmediatamente en el trabajo que estaba por hacer. Pero no quedaba más remedio.


–Así es. No podemos permitirnos ningún retraso, por eso he contratado a Luis Harper. Trabajé con él el verano pasado. Vendrá aquí sobre las ocho.


Paula se quedó mirando el nombre en el papel. No podía mirar a Pedro sin recordar la cena y el baile que compartieron el viernes por la noche en la cafetería. En el fondo le había sentado mal que no la hubiera llamado o ido a visitar al departamento durante todo el fin de semana. No había sabido nada de él durante todo el fin de semana. ¿Estaba jugando con ella? O, como ella no había accedido tan fácilmente, quizá él había perdido interés. Recuerdos de años atrás surgían de nuevo, de cuando Pedro de repente desapareció de su vida. No podía permitirse el lujo de quedar expuesta a ese tipo de daño otra vez. Lo mejor era mantener las distancias. Que durante el resto de la mañana él trabajara tranquilamente en su lado de la oficina y ella en el suyo. Paula podría haber hecho eso si su padre no la hubiera llamado por teléfono cuatro veces para preguntarle cosas frívolas. Cuando llamó una vez más, se dió cuenta de que estaba cada vez más agitado, y a veces su conversación no tenía ningún sentido. Acabó por decirle que no la llamara más; con la promesa de que ella iría a hacer una visita a casa y le pondría al tanto de cómo iban las cosas, por la tarde cuando ella saliera de trabajar, después colgó. Cerró los ojos, se acordaba de años atrás cuando su padre bebía. Se acordaba de los tiempos difíciles que casi habían destruido su familia y la habían mantenido alejada a ella. Pensaba que esos días pertenecían al pasado. ¿Pero realmente era así? 



No hay comentarios:

Publicar un comentario