miércoles, 10 de febrero de 2021

Enemigos: Capítulo 11

 –En esta obra todo es mi trabajo –dijo él–. Y eso incluye el tuyo.


–¿Estás diciendo que no confías en mí?


–¿Por qué tendría que hacerlo? Tu padre no me quería en este proyecto. Él perdió esa batalla, y lo siguiente que sé es que tú apareces aquí.


Paula rehusó darle la satisfacción de verla irritada.


–Tú sabías que iba a haber un gerente de proyecto. Y yo estoy perfectamente cualificada.


–Que seas la hija de Miguel Chaves hace que me pregunte si no están compinchados para deshacerse de mí.


Eso fue demasiado.


–¿Cómo te atreves a acusarme de querer poner en peligro un proyecto urbanístico? –dijo ella para defenderse–. Yo nunca haría eso.


–¿Ni siquiera por tu padre?


Le sentó como una bofetada. Se acercó hasta donde estaba él. Era muy corpulento, pero no iba a permitir que la intimidara o cohibiera. Había amilanado a hombres mucho más duros que él.


–Vamos a dejar algo muy claro. Si vuelves a acusarme de mala administración, procura tener pruebas que lo demuestren, porque nadie va a echar por tierra mi reputación profesional.


Cuando vió el dolor en la cara de Paula, Pedro se sintió avergonzado. Le trajo recuerdos de otra época en la que él la había herido. Ella no lo merecía entonces y tampoco ahora. No estaba haciendo más que su trabajo. Sólo que él no se sentía cómodo con ella allí.


–Está bien. Quizá me he pasado de la raya. Pero créeme, tu padre me ha estado hostigando desde que gané este contrato. Supongo que eres capaz de entender que sea suspicaz.


–Creo que lo entiendo, pero no por ello me parece bien –se puso con decisión las manos en las caderas–. Y tenemos que encontrar una manera de trabajar juntos, porque no tengo ganas de venir aquí cada mañana y pelearme contigo.


Pedro no pudo evitar sonreír.


–La verdad es que nos sienta muy mal a los dos, ¿No crees?


Paula empezó a sonreír, y rápidamente lo ocultó.


–Sí, por eso tiene que haber confianza y respeto entre nosotros.


Pedro todavía no se creía lo que estaba pasando. ¿Sería porque en el pasado habían estado juntos? ¿O porque era la hija de Chaves? ¿O quizá porque él se daba cuenta de que se sentía atraído por Paula? En fin, a lo mejor era un poco de todo lo anterior.


–Creo que eso llevará tiempo.


–Tiempo es lo que no tenemos. Llevamos un retraso de dos semanas. Y eso sin contar los retrasos por la lluvia y…


Justo en ese momento entró el encargado.


–Hay un problema. Han entrado otra vez por la noche en la obra.


–¿Cómo es posible?


Pedro tomó un casco y siguió a Francisco afuera de la caseta con Paula pisándole los talones. Fueron hasta la zona con alambrada donde guardaban madera y herramientas. Habían hecho pintadas en los tableros sin usar. Se trataba de palabras soeces y repugnantes. Varias cajas de clavos habían sido esparcidas por el lugar.


–¿Falta algo? –preguntó Pedro.


–De momento no echo en falta nada –dijo Francisco–. Pero no hemos tenido oportunidad de hacer inventario.


–Yo lo hago –dijo Paula mirando a Francisco–. ¿Por qué no pones tú mientras a la gente a trabajar para que no nos retrasemos más?


El encargado asintió con la cabeza y se marchó. Pedro estaba sorprendido por la sugerencia de Paula.


–No puedo dejar que seas tú quien arregle este lío.


–¿Por qué? ¿Crees que está por debajo de mis funciones? Me he manchado las manos en más ocasiones. Te agradecería que me mandaras a Diego y Marcos para ayudarme. Después ya hablaremos tú y yo de mejorar la seguridad. La patrulla en coche no parece que dé resultado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario