miércoles, 1 de diciembre de 2021

Tuyo Es Mi Corazón: Capítulo 76

 –Parece que todavía no he puesto fin a mi carrera –dijo, jubilosa.


–Magnífico –susurró Pedro contra su pelo.


–Sí, pero tengo que encontrar un buen final…


–Entonces déjame inspirarte –dijo Pedro con calma–. ¿De qué trataba ese artículo?


–De tí.


–Oh –sonrió–. ¿Has leído Jane Eyre?


–Sí –contestó Paula, perpleja.


–¿Y te acuerdas del final?


–No, no he vuelto a leerlo desde que estaba en el colegio. ¿Pero adónde quieres ir a parar?


–Ven conmigo –le dijo, y la llevó a su dormitorio, lleno de estanterías y libros.


Pero no solo había libros, Paula miró a su alrededor y vio, además de una cama enorme, una televisión que parecía recién comprada y un montón de películas de vídeo que conservaban todavía la envoltura de celofán. Lo miró con expresión interrogante.


–Son las películas que recomiendan para niños en la tienda de vídeos –le explicó un poco avergonzado–. Pensé que estaría bien tener algo que te hiciera sentirte como en casa si alguna vez volvía a buscarte.


–Entonces, a pesar de lo que me dijiste, ¿Estabas dispuesto a buscarme otra vez?


Pedro le pasó el brazo por los hombros y la estrechó contra él.


-No podria haberlo evitado.




Era la última reunión para preparar la edición de julio de Elegance Magazine y la cosa no iba muy bien. Leticia Caruso había llegado con un último intento para colocar un artículo de tres mil palabras y estaba luchando por él como una pantera.


–No puedo cortarlo. Es un artículo digno de un premio.


–¿Desde cuándo ha habido un premio para la sensiblería? –dijo la redactora a la que pretendían reducir el volumen de su columna.


–¿Y qué tiene de malo la sensiblería? –dijo Caruso.


–A mí me gusta –admitió el agente literario y, cuando todos los demás lo miraron con incredulidad, dijo a la defensiva–: Sí, me gustan los finales felices, ¿Qué pasa?


–¡Y qué final! –exclamó Caruso sonriente–. Miren.


Algunos de los presentes se inclinaron hacia adelante. El agente literario, que ya lo había leído, la miró con curiosidad.


–Lo ha escrito esa chica inglesa, ¿Verdad? Yo pensaba que no estabas segura sobre ella.


–Ahora estoy segura. Tiene buen oído y sabe utilizar las palabras. Lleva meses trabajando en Londres, gracias a mi recomendación –comentó, y miró el artículo de Paula con expresión maternal. 

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