miércoles, 8 de diciembre de 2021

Seducción: Capítulo 11

«Oh, Pedro, ten cuidado con ella. No dejes que te seduzca. Si se parece en algo a su madre…». Sí, eso era lo que le había dicho, pero en realidad lo que Ana quería era que su hijo sedujera a P.J. y la convenciera para venderle de nuevo el rancho. Había estado convencido de que podría hacerlo. Por lo que sabía de ella, imaginó que la hija del antiguo rival de su madre sería una mujer guapa y caprichosa, acostumbrada a vivir rodeada de lujos y a hacer lo que le viniera en gana. Sin embargo, por lo que había visto hasta el momento, estaba muy equivocado. ¿Podía manipular a una mujer como ella? ¿Conseguiría seducirla sólo con su encanto? Ahora tenía que reconocer que no iba a ser tan fácil como le pareció en Italia. ¿Y qué pasaría si le permitía entrar con él al departamento donde iba? Lo último que deseaba era un testigo de lo que estaba a punto de ocurrir, fuera lo que fuera. Una ráfaga de brisa nocturna removió las hojas de los árboles y llegó acompañada del olor a lluvia inminente. Paula se estremeció.


—He estado pensando —dijo él con su más encantadora sonrisa—, las cosas no están saliendo como pensaba —reparó en que Javier había estacionado su coche alquilado en la entrada—. Lo mejor será que le diga a mi ayudante que te lleve de nuevo al club y me esperas allí. Javier se ocupará de tí.


Paula lo miró seria y alzó la barbilla.


—Ni loca. No pienso cambiar de pareja a esta hora.


Pedro echó la cabeza hacia atrás, como si le hubiera golpeado. ¿Estaba insinuando…? Cierto que a veces era un poco brusco, y muy mandón, pero no le gustaba que le tomaran por imbécil.


—No, espera, estás equivocada.


—Escucha —dijo ella echándose los rizos hacia atrás—, no te estoy acusando de nada. Pero esta cita a ciegas ha sido de lo más rara. A mí me gusta tener los pies en el suelo y la cabeza sobre los hombros. Creo que prefiero quedarme contigo hasta que me lleves a casa.


—Ah. Más vale malo conocido que bueno por conocer, ¿Eh? —dijo tratando de no perder su flema habitual.


Pero lo cierto era que empezaba a tener dudas. ¿Esa era la mujer que tenía que manipular? Iba a tener que repensar sus planes. Aunque más tarde. En aquel momento tenía otros problemas que resolver.


—Es posible que esto no sea muy agradable —le advirtió por fin—. No sé muy bien qué nos podemos encontrar, así que prepárate para cualquier cosa.


Paula se encogió de hombros. ¿Se habría percatado él de que le temblaban los dedos? No estaba ni la mitad de segura de lo que quería aparentar. Entre las llamadas de su madre y las visitas a barriadas tan poco recomendables, empezaba a tener un mal presentimiento. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario