viernes, 17 de diciembre de 2021

Seducción: Capítulo 31

 —Pedro, será mejor que te vayas. Tengo trabajo.


—Paula…


—Hablo en serio. Vete. No pienso trabajar para tí. Nunca.


—Nunca —repitió él como si no pudiera creer sus palabras, y después le dió la espalda, para irse. Pero en el último momento se volvió a mirarla—. Por cierto, la policía ha encontrado el coche. Estaba solo a unas manzanas de donde lo robaron, y en perfecto estado.


—Me alegro.


Pedro asintió con la cabeza, y después se encogió de hombros y se volvió para marcharse otra vez.


—Pero, Pedro…


Él se volvió con una ceja levantada. 


—Pedro, por favor, cuida del niño. Y encuentra a su madre. Es muy importante.


Pedro estuvo a punto de decirle que ella podía ayudarle, pero se mordió la lengua, sabiendo que sería tácticamente como suplicar.


—Vale, recordaré el consejo.


—Bien.


Sus miradas se cruzaron y por un momento Paula tuvo la sensación de que Pedro iba a volver, sujetarla por el brazo y tirar de ella hacia fuera, como la noche anterior, pero el momento pasó, y él se encogió de hombros.


—Será mejor que vuelva a ver qué está haciendo la niñera —dijo por fin—. Si se empeña en que Joaquín se haga la cama, la arrastraré hasta la calle por las orejas.


Y volviéndose hacia la puerta desapareció. 




Gustavo era la pareja perfecta para Paula, tal y como había insistido Agustina desde el principio. Era guapo, alto, de cuerpo delgado, con el pelo rubio perfectamente cortado y peinado, ojos grises, una bonita sonrisa y una cálida actitud. Era educado y amable, y a Paula le cayó bien en cuanto lo conoció. Incluso pensó en mujeres con quienes podría emparejarlo. Por lo visto, era el hombre perfecto para muchas de ellas.


—¿Por qué no dijiste nada cuando Pedro te llamó P.J.? —preguntó cuando Paula terminó de explicarle lo que había ocurrido la noche anterior.


—No le entendí, la verdad, y pensé que sería un apodo que me había puesto.


Gustavo se echó a reír. Llevaban un rato sentados en una de las mesas del comedor principal del Longhorn Lounge. El ambiente era agradable, los camareros atentos, y las bebidas estaban a punto de llegar. Todo estaba preparado para una velada encantadora, y eso era lo que iban a tener, pero nada más. 

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