lunes, 6 de diciembre de 2021

Seducción: Capítulo 6

 —Sólo lo estoy probando. Me lo han prestado en el concesionario y quería ver qué tal va —hizo una mueca—. Pero no conozco bien las calles, así que será mejor que lo deje. Perdona, debería habértelo advertido — añadió esbozando una sonrisa ladeada, sin arrepentirse en absoluto de lo que había hecho.


Sin embargo, al mirarla, la sonrisa se desvaneció. Los rizos rubios seguían, cayéndole sobre los ojos, y Pedro sintió el incomprensible impulso de retirárselos y un inexplicable cosquilleo en los dedos. Deslizó la mirada por su cara y la sedosa y suave piel de su garganta, y se imaginó recorriéndola con los labios, y la lengua…  El coche de atrás hizo sonar la bocina, y él se dio cuenta de que el semáforo se había puesto verde. Se concentró de nuevo en la conducción, aunque sin poder dejar de pensar en la mujer sentada junto a él. Y de repente se acordó de su nombre. Patricia Jesica Keller. ¿Cómo había podido olvidarse de un nombre como aquél? Patricia Jesica, menudo nombrecito.


—¿Te importa que te llame P.J.?


Paula parpadeó realmente perpleja.


—¿Por qué?


—Para abreviar. Es más fácil de recordar.


Paula frunció el ceño.


—Pero…


El Ferrari entró en la autopista y él aceleró metiéndose entre el tráfico, concentrándose en los coches. Era curioso, pero ahora que lo pensaba, su madre le había dicho que Patricia Jesica Keller era del tipo de mujeres con las que él se relacionaba, mujeres por otro lado que a su madre no la impresionaban en absoluto. Claro que su madre tampoco conocía muy bien a P.J. De hecho sólo conocía a su madre. O la conoció, hacía mucho tiempo.


—Se llamaba Betiana Josefina Martin, antes de casarse con Norberto Keller, el hombre que robó el rancho a mi familia —le había contado su madre hacía unos días, sentados en la terraza de su casa italiana, sobre los canales de Venecia—. Era mi mejor amiga, pero cuando se casó con Norberto a mis espaldas se convirtió en mi peor enemiga.


Pedro había oído la historia muchas veces. Era una de las leyendas familiares, y tenía la sospecha de que su madre había estado convencida de que sería ella quien se casaría con Norberto antes de que su amiga Betiana Josefina lo llevara al altar, para poder así recuperar el rancho. Lo cierto era que él no podía sentir lo que no ocurrió. Además, su madre conoció a su padre, Horacio Alfonso, poco después, lo que significó un importante cambio en su vida, sobre todo desde el punto de vista económico. Eso era lo que solía pasar cuando te casabas con un millonario. Aunque él sabía que no fue un matrimonio feliz. Su padre apenas estaba en casa, y todo el mundo conocía sus aventuras con las esposas de sus mejores amigos. Su madre había dedicado su vida a sus dos hijos, y a rememorar los amargos recuerdos de una infancia en el rancho Triple P, a las afueras de Dallas, Texas. 

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