lunes, 13 de diciembre de 2021

Seducción: Capítulo 25

Paula estaba casi terminando de desayunar cuando llamó su amiga Agustina.


—Bueno —dijo Agustina expectante—. ¿Qué tal te fue?


—¿Qué tal me fue qué? —respondió Paula, que todavía no había logrado quitarse de la cabeza la conversación con Pedro.


—La cita con Gustavo.


—Oh. Hum… —Paula hizo una mueca y apartó el cuenco de cereales. Se le había quitado el apetito—. Bueno, es que… La verdad… Es que no nos vimos.


—¿Cómo que no se vieron? ¿No me digas que te entró el pánico?


—No, Agus, no me entró el pánico. Fui, esperé, esperé un buen rato, la verdad, pero… —suspiró. Aquello no iba a ser sencillo de explicar—. El caso es que me equivoqué de hombre. 


—¿Qué? A ver, explícame eso.


—Créeme, no es tan difícil. Se me acercó con una rosa roja, lo que tú me dijiste de Gustavo, y me llamó por mi nombre, más o menos, y… — suspiró—: Será mejor que te lo explique en persona. Tengo turno de comida, así que antes de ir, paso por tu casa y te lo cuento.


—Está bien.


Agustina no parecía muy contenta, más bien decepcionada, pero eso era normal.


—Oye, ¿Tienes el número de Gustavo? —preguntó Paula, sabiendo que debía llamarle y explicarle lo ocurrido.


De hecho, cuando lo hizo, éste reaccionó bien. En lugar de exigir una explicación, le pidió disculpas por haberse retrasado. Eso aún le dio más remordimientos. Era difícil explicarle que lo había dejado plantado por un apuesto italiano que la había logrado dejar con las piernas temblando.


—La verdad es que fue una velada muy interesante —dijo Gustavo.


—¿Esperaste mucho rato?


—No, como una hora, creo —dijo él, y soltó una risita—. Conocí a la mujer que había quedado con el hombre con el que te fuiste.


—Oh —aquello la tranquilizó un poco—. ¿A P.J.?


—Patricia Jesica. ¿La conoces?. Más bien digamos que es pura dinamita.


—No, pero Pedro me habló de ella.


—Es una mujer muy especial —observó Gustavo con franca admiración.


Paula se tensó ligeramente.


—¿Sí?


Paula no sonrió. Se mordió el labio inferior y se preguntó si Pedro también quedaría tan impresionado con ella cuando la conociera. De todas maneras, no importaba, se recordó, reprimiendo el impulso de darse una palmada en la frente.


—Los dos íbamos dando vueltas por el club con una rosa roja en la mano —continuó Gustavo—, así que empezamos a hablar. No nos costó mucho adivinar qué habría pasado —soltó otra risita—. Es una mujer muy divertida. Y después de un rato, como no volvían, nos despedimos y nos fuimos a casa.


Paula asintió. A juzgar por sus palabras, había disfrutado de la noche con P.J. tanto como si hubiera estado con ella. O incluso más. 

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