viernes, 2 de julio de 2021

El Sabor Del Amor: Capítulo 59

 –No sé cómo puedes conducir este cacharro.


Paula se echó a reír y, al momento, le entró un ataque de tos que le hizo agarrar la botella de agua inmediatamente.


–Por favor, no me hagas reír –dijo ella llevándose una mano a la garganta–. Y conduzco esta furgoneta porque era de una amiga de Sofía que me la vendió muy barata. Funciona, que es lo importante. Ah, ya hemos llegado. Métete dentro, la zona para aparcar está a la izquierda.


Después de estacionar el coche, Pedro dijo:


–¿Estás segura de que saben que lo único que voy a hacer es entregarles la tarta y nada más? Absolutamente nada más.


–Nada más –respondió Paula asintiendo –. No quiero contagiar el catarro a Beatríz y a sus amigos, teniendo en cuenta la edad que tienen.


Fue entonces cuando miró por el parabrisas y apretó los labios.


–Demasiado tarde para salir corriendo, han visto la furgoneta.


Y antes de que Pedro pudiera protestar, Paula bajó la ventanilla y agitó la mano como una energúmena.


–¡Beatríz! Estamos aquí. Ven, voy a presentarte a Pedro. Es mi… Hoy ha sido mi ayudante de cocina. Ha hecho una tarta fantástica para tí.



Dos horas más tarde Paula iba conduciendo por las calles de Londres, contenta de que fuera el mediodía del domingo y, por tanto, hubiese poco tráfico. Se le había pasado el dolor de cabeza por completo, tenía mejor la garganta y la cabeza ya bastante más despejada. Lo que era una suerte, ya que Pedro no se encontraba en estado de conducir la furgoneta. Aminoró la marcha al acercarse a la señal de tráfico y sonrió a Pedro, que estaba reposando en el asiento contiguo al del conductor con los ojos cerrados.


–¿Qué tal tienes los dedos de los pies? ¿Puedes moverlos o quieres que te lleve a urgencias?


Pedro abrió un ojo, levantó la cabeza ligeramente y le lanzó una mirada furiosa.


–¿Sabías que habían contratado una banda de música y que, para colmo, todas las damas del lugar esperaban una samba y un foxtrop antes de pasarse al vals? Dejemos mis pies en paz, los tengo tan dormidos que no me sorprendería que se me hubieran roto. Pero lo peor es cómo tengo las nalgas. ¡Esas chicas necesitan calmantes!


–Supongo que debería haberte advertido que les gusta pellizcar. No te preocupes, los cardenales se te pasarán en unos días. Además, tienes que comprenderlas, no se habían divertido así en mucho tiempo. Beatríz y su marido lo han pasado de maravilla. ¡Has estado genial!


–Y tú mirándome por los cristales del invernadero. Ya me imaginaba algo así. Espero que te hayas divertido.


¿Divertido? Había estado viendo a ese hombre increíble reír, bailar, incluso cantar con los ancianos de la residencia como si fueran amigos de toda la vida y aquella hubiera sido una de las mejores fiestas a las que había asistido. Pedro se había portado extraordinariamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario