viernes, 9 de julio de 2021

Duro De Amar: Capítulo 5

"Sí, entiendo que las condiciones de vida pueden ser algo más duras de lo habitual para mí, pero agradecería incluso un trabajo duro. Mi objetivo es trabajar en granjas de caballos en los Estados Unidos, pero conseguir ese primer empleo nada más salir de la Facultad de Veterinaria es difícil. Si hago un buen trabajo para usted, puede que eso me dé ventajas con respecto a otros licenciados".


Se había esperado un chaval novato, recién salido de la facultad, que tal vez no entendiera hasta qué punto sería más duro trabajar allí, pero que parecía dispuesto a hacer algunos sacrificios con el fin de obtener el empleo. A pesar de las condiciones, Werrara criaba caballos de reputación internacional y sería un gran paso para su carrera profesional. Él nunca habría contratado a una mujer. No había querido contratar a nadie, pero el sentido común había dictaminado que no tenía elección. Ese lugar se había deteriorado al máximo y los caballos requerían de toda su atención. La casa era una ruina y la casita del capataz aún más. Adrián, el hombre que había regentado el lugar para su abuelo, había preferido vivir a un kilómetro de allí, en la segunda de las propiedades de la granja. Pedro había esperado que siguiera trabajando, pero en cuanto llegó allí, el hombre abandonó a su esposa e hijos y desapareció sin dejar rastro. La carta de Miguel Chaves, dirigida a Pedro Alfonso, había llegado justo cuando se vió abrumado por la situación y, a pesar de sus dudas, había pensado que tener a un veterinario y a alguien que pudiera ayudar con el trabajo manual, como reparar las vallas, podría ser una solución... La casa del capataz estaba inhabitable, pero tal vez un chaval podría soportar compartir con él la casa grande. Había escrito a Miguel explicándole que el Pedro al que se dirigía, el Pedro con el que había estudiado, había muerto. Miguel había visitado Werrara, se había alojado allí, cuando su abuelo y él eran jóvenes, cuando su abuela estaba viva y hacía que ese lugar fuera un hogar. La casa se había deteriorado, le había dicho, y no había dependencias aparte, pero si Pau se conformaba con unas condiciones algo duras...


En su e-mail, Pau... ¡Ella!... Le había respondido que podría con esas condiciones duras. ¿Y ahora qué? Ni siquiera tenía un cuarto de baño que funcionara. Pedirle a un chico que utilizara el retrete que había fuera de la casa ya era algo violento, pero pedírselo a una mujer era peor aún. Podía arreglar el baño. Tal vez. Pero no esa noche. Y seguía sin querer a una mujer allí. Las mujeres que habían pasado por su vida no le habían causado más que dolor y angustia. Tener ahora otra con la que compartir su casa, con la que compartir su vida... «¡Deja de dramatizar!», se dijo bruscamente. Ni aunque él quisiera, ella no querría permanecer en un sitio así. Seguro que había llegado con una idea muy romántica de lo que sería una granja de caballos del interior de Australia, pero con solo un vistazo al retrete exterior, saldría corriendo. Y no la culpaba. Mientras tanto... Mientras tanto tenía que darle de comer. Echó unas salchichas a la sartén, troceó unas cebollas como si pudiera descargar la rabia sobre la tabla de cortar, las echó sobre las salchichas y resopló furioso. Más por él mismo que por ella. No debería haber contratado a nadie hasta no haber adecentado un poco ese lugar, pero encima ahora, ¿Una mujer?


Ella echó un vistazo al retrete exterior y se quiso morir. Había un baño dentro, pero... «Las tuberías están bloqueadas», había dicho bruscamente el hombre al llevarla a su dormitorio. «Es por las raíces de los árboles. Utilice el de afuera. Hay una linterna». El retrete se encontraba a cincuenta metros de la puerta trasera. Un impresionantemente grande rosal casi lo ocultaba y tuvo que atravesar un túnel de parras para llegar hasta él. Un par de reses estaban asomando la cabeza sobre la valla, empapadas bajo la lluvia y mirándola como si fuera una extraterrestre. Y así era como se sentía. Una extraterrestre. Cerró la puerta del retrete y oyó algo sobre el tejado de hojalata. 

1 comentario:

  1. Pinta muy buena esta historia! Me parece que se van sacar chispas estos dos jajaja

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