martes, 27 de julio de 2021

Duro De Amar: Capítulo 34

 –¿Seguirás comprobando que están bien? –le preguntó al bajar del coche.


–Parece que no hace falta. Mi conciencia lo hará por mí. Pensé que había contratado a un mozo de granja con estudios de veterinaria, no a alguien que me exige que cargue con el peso del mundo...


–No creo que Brenda suponga el peso del mundo.


–No lo es, y tampoco lo son ni Nicolás ni las dos niñas pequeñas, pero por el momento son dependientes.


–¿Y qué?


No se quedaría allí seis meses si Pedro Alfonso era un zoquete grosero y poco compasivo. Pero el problema era que sabía que en el fondo no lo era. Ese día había estado maravilloso y ahora ella estaba forzándolo a seguir siéndolo. Podía verlo en su rostro, esa expresión no era la de una persona fría, no estaba carente de la pasión de alguien que se preocupa por los demás. Parecía estar al borde del abismo, de un precipicio que estaba derrumbándose.


–Mis hermanos te investigaron –dijo suavizando la voz porque, aunque furiosa, frente a la confusión de ese hombre esa rabia se había reducido a nada–. Gonzalo estaba especialmente preocupado por que viniera a mitad de ninguna parte a trabajar con un tipo que no conocíamos. Por eso te investigó. Dice que levantaste una empresa de éxito de la nada, dice que tus empleados te aprecian mucho, aunque tú siempre te mantienes al margen y no te involucras con la gente. A Gonzalo le gusta eso, dice que es importante no sobrepasar los límites jefe/empleado. Pero me pregunto si eso solo te pasa en las relaciones con tus empleados o si es con todo el mundo.


Él no respondió. Bueno, ¿Por qué iba a hacerlo? Parecía impasible, como si lo que estaba diciendo no tuviera nada que ver con él. Debería callarse ya, pero ¿Cuándo lo había hecho?


–También dijo que tu hermana murió de sobredosis hace unos meses –susurró–. Se rumorea que Candela tuvo problemas la mayor parte de su vida y que tú la cuidaste siempre. Supongo que esta es la granja de tu abuelo, no se menciona nada sobre tus padres y Gonza no ha podido encontrar nada, así que me imagino que no los ha habido. Lo que tengo ante mí es un hombre que se ha ocupado de su hermana y la ha perdido y que por eso ha decidido que ya no quiere preocuparse ni ocuparse de nadie más, ¿Tengo razón, Pedro?


Y esa expresión de su cara... Había ido demasiado lejos. Había sobrepasado los límites y Pedro estaba mirándola como si fuera un gusano. Pensó que debía disculparse, pero entonces decidió que con una disculpa no conseguiría nada. Lo había dicho, ¿Por qué no mantenerlo y afrontar las consecuencias? ¿Qué tenía que perder? ¿Su trabajo? Tal vez, pero pensó en Nicolás...


–Si te importara, podrías hacer que la vida de Nicolás volviera a ser buena.


–No.


–¿Por tu hermana?


–Paula, si no puedes mantenerte al margen de mis asuntos personales, tendrás que marcharte. Tú eliges.


–No se me da bien ceñirme solo a mis propios asuntos.


–Pues aprende a hacerlo.


Ella se quedó mirándolo como si no estuviera afectada por lo que le había dicho. ¿Y ahora qué? Había sido bueno con Brenda, se recordó. Le había pedido a Nicolás que trabajara allí, así que tal vez las cosas marcharían bien sin que ella tuviera que presionar nada. Pero ¿Por qué le daba la impresión de que tenía algo maravilloso delante, algo que estaba fuera de su alcance...? Estaba siendo una fantasiosa, estaba siendo una idiota. Estaba arriesgando su trabajo cuando Pedro ya había hecho lo que ella le había pedido. «Da un paso atrás». Pero también le había hecho daño al hablar de su hermana. Antes de poder detenerse, estaba alargando la mano y tomando la de él.

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