miércoles, 28 de julio de 2021

Duro De Amar: Capítulo 39

 –¿Tu abuela? –preguntó Paula siguiéndole la mirada y él asintió.


–Entonces, María me enseñará a mí y a tí te enseñará tu abuela.


¿Qué tenían esas palabras que lo hicieron sentirse como si la cocina hubiera recobrado vida? ¿Como si pudiera respirar? Sintió los ecos de la calidez que había sentido cuando su abuela aún vivía y al mirar a Paula... No estuvo seguro de lo que vió. No había nada de su abuela en Paula, ninguna sombra del pasado. Pero ¿y una promesa de futuro? Ridículo.


–¿Trato hecho? –preguntó Paula.


–Si quieres –respondió él bruscamente.


–Tú también quieres.


¿Quería? No. Estaba haciéndolo para complacerla porque Paula tenía razón: Salchichas, huevos escalfados y pasta siempre no era una comida equilibrada. Lo que había propuesto era más sensato.


–Veré si tiene recetas para bistec además de para salchichas – dijo y ella sonrió.


–Tendrás que hacerlo mejor, jefe. Esto es una competición. Cada noche calificaremos nuestra cena del uno al diez. Cuando hayan terminado los seis meses, el ganador tiene que pagar una cena degustación en el mejor restaurante de Sídney a modo de cena de despedida para mí.


–No puedo marcharme de la granja. No.


–No puedes dirigir la granja sin ayuda. Lo sabes. Tienes en marcha un gran programa de entrenamiento que requiere mucho tiempo y siempre surgirán desastres que reclamen tu atención. ¿Cómo vas a atender las ventas, meterte en el mercado y hacer lo que tienes que hacer? Yo solo soy una más en una larga fila de empleados, Pedro Alfonso–le sonrió–. Puede que sea la mejor, pero no seré la última. Así que quien me vaya a sustituir se ocupará de la granja mientras tú y yo tenemos nuestra primera y última cita. Cena de degustación en Sídney para la noche que me marche. ¿Trato hecho?


–Trato hecho –respondió él sin saber qué más decir.


Se habían besado, después habían seguido adelante como si nada y ahora ella estaba proponiéndole que cenaran juntos en Sídney antes de marcharse. Y ahí acabaría todo.


–Excelente –contestó Paula sonriendo–. Voy a mandarle un e-mail a María y tú tienes que empezar a leer. El ganador elige el restaurante. Yo ya voy a empezar a buscarlo.


Habían llegado a un trato con la cocina, pero no habían llegado a un trato con respecto a Nicolás. Paula lo había acogido como su proyecto personal y se mostraba muy testaruda con las exigencias que pedía para el niño, tanto que a él llegaban a resultarle molestas. El chico iba allí al salir del colegio y dos veces durante el fin de semana. Le daba una tranquila vuelta a Daisy por el cercado y la mantenía vigilada mientras su potrilla jugueteaba a su alrededor. A Pedro le parecía bien, era a lo que había accedido, e incluso le agradaba que el crío disfrutara con el trabajo, pero lo que no le gustaba era que Nicolás lo mirara como si fuera un superhéroe. Candela también lo había mirado así; por muy mal que les fuera en la vida, siempre había tenido la infalible creencia de que Pedro lo solucionaría. Pero él no volvería a pasar por una situación así por mucho que Paula lo presionara. Sabía demasiado bien que fomentar la dependencia de alguien no era positivo, con ello solo se lograba dolor en el futuro. Por eso, cuando Nicolás llegaba, él normalmente se buscaba cosas que hacer lo más lejos posible. Ella insistía siempre en que se quedara y entonces un día, metidos en una cuadra a la espera de que una yegua se pusiera de parto, se enfrentó a él directamente.


–¿Qué pasa contigo y Nicolás? Está deseando ayudar más. Le dejas que saque a pasear un caballo, pero a él lo que le gustaría de verdad es montar. Hay caballos muy tranquilos y le encanta Pegaso. ¿Por qué no dejas que lo monte?


–No quiero que se encariñe con este lugar.


–Ya lo está. Sabes que lo ha pasado muy mal. Brenda no es su madre, es su madrastra. Es amable con él, pero no es como si fuera su propia madre y él lo sabe. Su padre ha desaparecido y su madre está ocupada con sus dos hermanastras. Gracias a tí tiene suficiente para comer y está a salvo, pero necesita más.


–Si Brenda necesita más ayuda...


–Brenda no necesita más ayuda –respondió exasperada–. Pero está hablando de volver a la ciudad para estar con su hermana y eso le está partiendo el corazón a Nicolás.


–Los niños son duros y fuertes –dijo él pensando que tenían que serlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario