lunes, 29 de abril de 2019

Paso a Paso: Capítulo 40

Paula sintió unas súbitas ganas de llorar.

—Bueno, como puedes ver, aún sigo de una pieza, aunque de milagro. Pero no podía irme de casa sin hacerles saber a tí y a la clínica de papá dónde estaba.

—¿Estás segura de que no has soñado esta pesadilla?

Paula le señaló sus rodillas cubiertas por los pantalones anchos.

—¿Quieres que te enseñe los daños?

Laura se estremeció.

—Me hago idea. En cualquier caso, tu cara lo dice todo. Estás pálida. Venga, vamos a sentarnos, que tienes mucho que contarme…

Paula le contó a su amiga lo mejor que pudo lo que había ocurrido después de que Lucas y ella salieran del restaurante. Cuando terminó, el rostro de Laura estaba tan pálido como el de su amiga.

—Dios, ¿y si Lucas…?

—Por favor, no lo digas —dijo Paula—. Ni lo pienses.

—¿Qué piensa su padre?

Paula jugueteó con un mechón de pelo.

—No lo hemos hablado. Es… es algo de lo que ninguno de los dos ha sido capaz de hablar aún.

—Deduzco que tampoco ha habido noticias de los secuestradores, ¿No?

—Ninguna —dijo Paula escuetamente.

Laura se golpeó la palma de la mano.

—Precisamente ese día tenían que mandarme fuera.

—No te atormentes. Pedro… pasó la noche en mi sofá.

Laura enarcó las cejas.

—¿Pedro? ¿Quieres decir que el viejo de Lucas se quedó contigo?

Paula se sonrojó.

—Si lo vieras, no le llamarías viejo precisamente.

Las cejas de Laura se alzaron aún más.

—No digas lo que estás pensando —le soltó Paula—. No podrías estar más equivocada. Pedro no iría a buscar agua aunque me viera ardiendo.

—Entonces ¿Por qué estás aquí?

—Créeme, no había más remedio. El FBI ha dicho que no podía quedarme en mi casa.

Laura sonrió.

—Puedes quedarte conmigo.

—¿Cómo, ahora que no vas a estar allí?

—Sí que voy a estar. Mañana empiezo unas vacaciones de tres semanas —dijo Laura, sonriendo otra vez—. Estaré en casa todas las noches.

El rostro de Paula se iluminó, pero volvió a apagarse enseguida.

—Sería estupendo, pero es demasiado arriesgado. No quisiera ponerte en peligro.

Laura se puso en pie.

—No te preocupes por eso. No lo estoy. Detesto tener que marcharme, pero tengo que volar esta noche. ¿Estás segura de que estarás bien?

Paula trató de mostrarse animosa.

—Estaré bien. Este lugar está plagado de agentes del FBI.

—Dímelo a mí —dijo Laura—. Creía que iba a tener que ir a casa a buscar la partida de nacimiento para que me dejaran pasar.

Paula se rió.

—Eres el tónico que necesitaba, amiga mía.

El rostro de Laura se puso serio.

—¿Seguro que estarás bien?

—Sí, te lo prometo.

Paula oyó que daban las diez. Y Pedro aún sin aparecer. Después de que Laura se hubo ido, había estado cenando algo ligero con Alicia. Luego, con un café en la mano, había ido a sentarse al estudio, donde había estado hojeando revistas. Finalmente se había ido a su dormitorio… y se había acostado, pero sin dormirse. Sabía que era absurdo preocuparse por Pedro, pero no podía evitarlo. ¿Y si…? No, no quería ni pensar en aquella posibilidad. Ya la sacaba bastante de quicio tan sólo pensar en Lucas y lo que estaría pasando. No quería añadir a Pedro a su lista. Además, sabía que podía cuidar de sí mismo. En su presente estado de ánimo, compadecía a todo aquel que se cruzara en su camino, ella incluida.

1 comentario:

  1. Pobre Pau... Me da la idea que Pedro la evita para no enfrentarse a sus sentimientos...

    ResponderEliminar