miércoles, 24 de abril de 2019

Paso a Paso: Capítulo 29

Santiago Courtney fue el primero en hablar.

—Sé lo difícil que es esto para usted —dijo, clavando la mirada en Paula—, pero tengo que pedirle que repita lo ocurrido.

—De acuerdo —sus palabras eran apenas audibles, y una vez más las lágrimas inundaron sus ojos oscuros.

—Sea breve, agente —intervino el doctor Evans—. Ya ha tenido suficiente para una noche.

Con los labios apretados, Pedro se adelantó un paso, como si deseara protegerla, pero no dijo nada. Paula le lanzó una mirada de agradecimiento, y luego volvió a relatar los hechos. James se cruzó de brazos.

—Así que pudo ver a uno de ellos.

Paula asintió.

—¿Cree que podría identificarlo?

—Esta… estaba oscuro. No estoy segura.

En aquel momento, no estaba segura de nada, excepto que aquello se estaba convirtiendo en una pesadilla sin fin. Sintió que se le agolpaban las lágrimas y parpadeó varias veces en rápida sucesión. Courtney anotó algo furiosamente y luego se volvió hacia Pedro.

—Señor Alfonso, necesitamos saber todo lo que haya que saber sobre su hijo. ¿Tiene idea de quién podría querer hacerle daño y por qué? ¿Hay alguien en su negocio o en su casa de quien tuviera razones para sospechar?

—Su casa queda descartada. Mi hijo vive solo —la voz de Tate era tensa y controlada—. Pero la posibilidad de que su secuestro esté relacionado con el trabajo es muy real.

—¿Ah, sí? —dijo Adrián James—. ¿Qué le hace decir eso?

Pedro les explicó en detalle el proyecto en el que Paula y Lucas estaban trabajando. James dirigió los ojos hacia Paula.

—¿Puede añadir algo a esto?

Paula se balanceó.

—Ya basta, caballeros —dijo Pedro en tono cortante, avanzando un paso con los ojos fijos en el rostro lívido y exhausto de Paula.

Por un momento, los dos agentes parecieron dispuestos a discutir, pero finalmente no objetaron nada.

—De acuerdo, señor Alfonso —dijo Courtney con un suspiro—, lleve a la señorita Chaves a casa. Pero los dos tienen que presentarse en comisaría por la mañana. Prepararemos la estrategia a seguir. Dentro de las próximas veinticuatro horas, es más que probable que tengan noticias de los secuestradores.

—No hay problema. Estaremos allí.

Durante los siguientes minutos, se hizo el silencio en la habitación mientras Paula aceptaba dos pastillas contra el dolor y un vaso de agua que le ofreció el médico. Luego, con la ayuda de Pedro y el doctor Evans, se puso en pie y avanzó lentamente hacia la puerta.

—Tranquila —murmuró Pedro, posando la mano en el pomo de la puerta.

—Señorita Chaves.

Los tres se detuvieron y volvieron la cabeza.

—¿Tiene algún lugar donde quedarse el resto de la noche? —le preguntó Barnhardt.

—¿Quiere decir que no debería quedarse sola? —le preguntó Pedro con brusquedad.

—Eso es exactamente lo que quiero decir. Ellos saben o al menos creen que puede identificarlos, así que… —no acabó la frase, pero el significado estaba claro.

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