viernes, 12 de abril de 2019

Paso a Paso: Capítulo 8

Cuando Pedro se enderezó y comenzó a moverse en su dirección, a Paula le entró el pánico. ¿No se dirigiría a ella, verdad? Naturalmente que sí, se dijo a sí misma. Al fin y al cabo, era una desconocida. La lógica le dijo que era hacia ella exactamente hacia quien se dirigía. ¿Dónde estaba Lucas? Frenética, escudriñó la abarrotada habitación.

—¿Me echabas de menos, eh?

La voz de Lucas resonó junto a su oído, y ella se sintió desfallecer de puro alivio.

—Sí, la verdad es que sí —dijo—. Sólo que no por el motivo que estás pensando.

Como si no le afectara su tono seco, Lucas sonrió irónicamente y le tendió una copa de vino.

—¿Qué ocurre?

—Tu padre. Eso es lo que ocurre. Si no me equivoco, se dirige hacia nosotros.

—Así que no querías enfrentarte al viejo a solas —Lucas se inclinó hacia ella—. Sólo tienes que recordar que su ladrido es peor que su mordisco.

Paula le lanzó una mirada irritada, antes de que Pedro Alfonso absorbiera de nuevo su visión. Se había detenido a la distancia de un brazo. Inconscientemente, Paula retrocedió mientras el impacto de su áspera belleza la golpeaba casi físicamente. Como su hijo, Pedro tenía una frente amplia y los pómulos altos. Pero en eso terminaba su parecido. Su pelo era espeso y oscuro y salpicado de blanco en las sienes. Su sensible labio inferior habría hecho que su rostro fuera casi perfecto de no haber sido tan severa su expresión.

—Hola, hijo.

—Hola, papá —dijo Lucas, rodeando los hombros de Paula con un brazo y atrayéndola contra su costado—. Quisiera presentarte a Paula Chaves.

Como si fuera algo extraño a su carácter, Pedro sonrió y luego asintió con la cabeza.

—Señorita Chaves, es un placer.

Pero no lo era, pensó Paula. No estaba complacido, ni en lo más mínimo. Para su consternación, ella sintió que se le arrebolaban las mejillas y el frío escrutinio de aquellos ojos azules no hizo sino contribuir a la tensa atmósfera.

—Lo mismo digo, señor Alfonso —replicó en su tono más gélido.

—¿Nos hemos visto antes? —pregunto él, frunciendo el ceño.

Lucas lo interrumpió.

—Paula trabaja para System —hizo una pausa y le guiñó un ojo a Paula—. De hecho, está trabajando como ayudante directa mía en el nuevo proyecto.

—Ya veo —dijo Pedro, lanzando a Paula otra larga mirada, una mirada que tuvo un efecto aún más inquietante sobre ella.

Era una mirada llena de fría hostilidad y recelosa desconfianza. Por el amor de Dios, ¿quién se creía que era ella…? ¿Una aventurera a la caza de su hijo? Negándose a dejarse impresionar por él, Paula cuadró los hombros y sonrió.

—¿Sorprendido de verme… de vernos, papá? —le preguntó Lucas, cambiando de tema.

Pedro volvió a centrar la atención en su hijo y dijo:

—La verdad es que sí. Entonces dime, ¿Qué quieres?

Paula casi lanzó una exclamación ante su rudeza. Lucas se sonrojó.

—¿Qué te hace pensar que quiero algo?

—Para eso es para lo único que vienes a casa, ¿No?

—Bueno, en eso tienes razón —dijo Lucas secamente—. Quería que conocieras a Paula.

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