miércoles, 10 de abril de 2019

Paso a Paso: Capítulo 1

Paula Chaves oyó el revuelo detrás de ella y volvió la cabeza. Aunque Spencer's Place, un restaurante exclusivo del área elegante de Houston, estaba abarrotado, y no tardó en averiguar el motivo del revuelo. Una mujer se había convertido en el foco de atención. Varias personas se habían agolpado en torno a ella. Luego se apartaron, como si quisieran dejarle todo el escenario. Miró expectante. Directamente delante de su línea de visión estaba Joan Collins, la superestrella de la serie televisiva Dinastía. Su acompañante, Lucas Alfonso, se rió entre dientes, atrayendo de nuevo su atención hacia él.

—Veo que estás impresionada —le dijo, con la risa aún en la voz.

Marnie se dio cuenta de que se estaba riendo de ella, pero no le importaba. Al fin y al cabo, ¿cuántas veces se podía ver a Joan Collins en carne y hueso?

—Naturalmente que estoy impresionada —dijo ella, sonriendo—, y tú también, aunque no quieras reconocerlo.

—Bueno —dijo él, arrastrando las palabras, mientras sus ojos verdes resplandecían—. Ahora que lo mencionas, está realmente como un tren.

Tras su entrada triunfal, la celebridad, con una sonrisa esplendorosa en el rostro, se dirigió hacia la mesa de Paula y Lucas. Por un momento, se la quedaron mirando como hipnotizados. Hasta que ella no estuvo sentada en una mesa junto a la ventana, agitando las pestañas a su acompañante y al maître a la vez, ellos no se volvieron.

—Estoy conmocionada —dijo Paula—. No tenía idea de que las estrellas comieran aquí.

—¿O sea que te gustan los lugares que elijo?

Los ojos de Paula chispearon.

—Eso no hace falta decirlo.

Los restaurantes de lujo eran sólo uno más de los alicientes de los que Paula había estado disfrutando desde que salía con su jefe, Lucas. Lo observó con disimulo, preguntándose una vez más por qué no podía enamorarse de él. Había llegado a la conclusión hacía tiempo de que el fallo estaba en ella, porque realmente no había nada malo en Lucas, al menos no en lo que se refería a su apariencia. No sólo era bien parecido y encantador, era también el hijo único de Pedro Alfonso, que controlaba las Alfonso Enterprises y que, al parecer, tenía el poder de convertir el serrín en dinero. Así que, ¿qué más daba que la barbilla y la boca de Lucas reflejaran una indudable debilidad? Aquellos fallos habían sido pasados por alto por un buen número de mujeres; Lance tenía reputación de ser un rompecorazones.

Súbitamente, Lucas se echó a reír entre dientes, quebrando el curso de sus pensamientos.

—Dejándote arrastrar por las ilusiones, ¿eh?

—Naturalmente —dijo Paula—. ¿Qué mujer no desearía ser tan guapa como ella?

—En lo que a mí respecta, tú eres mucho más guapa.

A la edad de treinta años, Paula podía pasar por veinte. Era alta y delgada y se movía con la gracia de una bailarina. Su cabello corto castaño claro, con su rizado natural, enmarcaba un rostro en forma de corazón. Sus enormes ojos negros se ocultaban bajo unas espesas pestañas oscuras. Al verla, las primeras palabras que acudían a la mente eran «distante» y «gloriosa». Sonrió.

—Los dos sabemos que estás exagerando, pero es bonito oírlo, de todas formas.

Antes de que Lucas pudiera hacer ningún otro comentario, el camarero pareció surgir de la nada. Sonriendo amablemente a Lucas, le preguntó:

—¿Han decidido lo que van a pedir, señor?

Lucas se volvió hacia Paula y enarcó las cejas interrogativamente.

—¿Lo mismo?

—Lo mismo.

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