viernes, 12 de abril de 2019

Paso a Paso: Capitulo 6

Lucas se internó por la entrada de coches circular hasta detenerse delante de la extensa casa de ladrillo. Árboles enormes se cernían alrededor de ella y Paula tuvo la impresión de haber penetrado en un bosque encantado. «¡Qué maravilla!», pensó, fascinada, mientras contemplaba cómo la luz de la luna realzaba la elegancia de la entrada.

—No nos quedaremos mucho rato, te lo prometo —dijo Lucas.

La sonrisa de Paula era escéptica.

—No sé por qué, pero no me fío de tí.

—Porque eres una desconfiada, por eso —dijo él, retorciéndole la nariz.

Paula puso los ojos en blanco.

—Venga, vamos.

Nada más salir al fresco aire nocturno, el aroma de la madreselva acarició sus sentidos. Se detuvo para inhalar con fuerza, gozando del delicioso olor.

—Vamos —la urgió Lucas—. Me muero por una copa.

Cuando llegaron a la maciza puerta de madera, Lucas no se molestó en llamar. La abrió tranquilamente y, con una sonrisa inocente, le indicó a Paula que pasara. Nada más cruzar el umbral y entrar en el espacioso vestíbulo, casi se dió de bruces con una mujer corpulenta y de rostro severo. Sin embargo, cuando vió a Lucas, sus labios se extendieron en una sonrisa irónica.

—Loado sea Dios, empezaba a pensar que te habías muerto.

—¿Y privarme —respondió cálidamente Lucas— de la mejor cocinera de todo el estado de Tejas? Ni soñarlo —añadió, agachándose para darle un beso en la mejilla.

—Entonces ¿Por qué no se te ve más el pelo? —replicó ella, sonrojándose.

—Porque he estado trabajando, por eso.

La mujer soltó un bufido. Lance se echó a reír, luego se volvió hacia Marnie y le cogió la mano.

—Alicia Bollock, te presento a Paula Chaves.

Paula extendió la mano y sonrió cálidamente.

—Hola, Alicia.

—Hola.

—Alicia lo es todo para esta casa. De hecho, sin ella este lugar no funcionaría.

—Le gusta exagerar —dijo Alicia, dirigiendo sus ojos grises a Paula—. Pero es agradable que te digan esas cosas.

—¿Dónde está todo el mundo? —preguntó Lucas, cambiando de tema—. ¿En el patio?

Paula se estaba preguntando lo mismo. Aunque podía oír música suave, entrechocar de copas y risas apagadas, aún no había visto a nadie. Alicia lanzó una mirada de soslayo.

—Allí y en el estudio.

—¿La abuela también?

El rostro de Alicia perdió parte de su animación.

—No. Ha llamado para decir que no se encontraba bien.

—Mmm, espero que no sea nada serio.

—Seguro que no, o tu padre habría cancelado la fiesta.

—Hablando de papá —dijo Lucas, tomando a Paula del codo—, ya es hora de que anunciemos nuestra presencia.

Alicia sonrió.

—Espero que vengas otra vez, Paula.

—Oh, claro que vendrá —dijo Lucas, haciéndola avanzar.

Tras dirigirle a Lucas una mirada irritada por contestar por ella, Paula escrutó lo que la rodeaba. El interior era impresionante. A su derecha, estaba el salón formal, con las paredes cubiertas de lo que, en su suposición, eran valiosísimos cuadros. Más allá, podía verse un pasillo que conducía a los dormitorios. A su izquierda estaban la cocina y el comedor.

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