Pedro pensó que podía parecer una chica de diecinueve años, pero que no había nada infantil en su mente. ¿Es que acaso lo había esperado? Cualquier cazafortunas de talento tendría la astucia de un zorro y sería lo bastante inteligente para saber cómo y cuándo usarla. Desde luego, no habría intentado sonsacarle demasiada información a su hermano del lugar al que se dirigían. Eso despertaría sospechas. Hasta para el crédulo Federico.
-Se construyó en una época en que había más miembros de la familia para usarla. Mi abuela estaba viva y todos sus hijos seguían en casa. Luego, durante un periodo corto, hubo nietos. Los tiempos han cambiado, pero el afecto que siente mi abuelo por la isla no ha variado y elige venir aquí siempre que puede para poder disfrutar de la paz del entorno. A pesar de que el turismo ha crecido, él se queda en la casa y apenas es consciente de las tiendas y los hoteles que se han levantado en las últimas dos décadas.
-¿Y tú vienes aquí en las vacaciones? -preguntó Paula con curiosidad.
-No suelo tenerlas -le informó sin rodeos.
-¿Por qué no?
-¿Perdona?
-¿Por qué no te tomas vacaciones? ¿Eres una de esas personas que cree que relajarse es una especie de pecado?
La miró con incredulidad. El modo en que encaraba la pregunta, lindaba casi con la insolencia. Ésta era una cualidad que nunca encontraba, no en las personas que conocía en el trabajo y menos en las mujeres con las que entablaba contacto. Y el modo en que lo miraba, con expresión firme y levemente desdeñosa, le disparó el pulso con furia. «¡Una cazafortunas», pensó, una mediocre e insignificante cazafortunas que cruzaba espadas verbales con él!
-Dirijo un imperio vasto y complejo, y a pesar de que pueda parecer una locura, tomarse unas vacaciones cada dos semanas no es un ingrediente clave en mi éxito. -La gente siempre se considera indispensable, pero nunca lo es. Fede a menudo dice que puede haber abierto dos restaurantes y un club nocturno, y que pueden funcionar bien, pero el papel más importante que podría desempeñar es cerciorarse de que sigan funcionando bien aunque él no esté presente. Supongo que es un poco como tener un hijo. Se dedica todo a criarlos y, desde luego, te necesitan, pero al final, si los cuidados ofrecidos por los padres son medianamente decentes, terminan por ser lo bastante seguros como para extender las alas y encontrar su propio destino.
-¿Y qué sabes tú de niños?
Paula tuvo ganas de darse una patada. Pedro Alfonso era peligroso. Debería mantener la guardia alzada en vez de dejarse seducir para mantener una conversación significativa. -Sólo digo que no parar nunca de trabajar me parece un estilo de vida inútil -se encogió de hombros. Las palabras y el gesto le dispararon el nivel de furia. Su plan de averiguar más cosas sobre ella se le había vuelto en contra. Decidió postergar el interrogatorio un poco más.
-Desde luego, tengo a mi servicio a personas con mucho talento y de absoluta confianza, pero yo controlo las riendas de mi organización. Si quieres, llámalo el «estilo griego» de hacer las cosas.
-De acuerdo.
-¿De acuerdo, qué? -espetó.
-De acuerdo, lo llamaré el estilo griego de hacer las cosas, si eso te hace sentir mejor. Le costó controlarse.
-Dime, ¿Hace cuánto que conoces a mi hermano?
-Oh, un par de años.
-Un par de años. ¿Llevas saliendo un par de años con mi hermano y tu nombre sólo ha salido a la superficie ahora? Me cuesta creerlo. Fede llama a nuestra madre todas las semanas. Habría hablado de tí mucho antes.
-He dicho que lo conozco desde hace un par de años, y así es. Hemos sido amigos desde hace un tiempo -podía sentir que entraba en territorio peligroso. Sabía adonde iba él. Había percibido su mezquina y suspicaz mente nada más verlo, pero no podía permitirse el lujo de crear un antagonismo para que hurgara más. Tenía que convencerlo de que todo era precisamente lo que parecía ser, y provocarlo no era la mejor manera de lograrlo. Le sonrió, y esperó que con calidez-. Conectamos de inmediato. Fede posee todas las cualidades que admiro en un hombre. Es amable, considerado y modesto. Todo su personal lo adora por ello, igual que yo.
-¿Y cómo se conocieron? -podía captar la sinceridad en su voz, pero no podía abandonar la suspicacia de que todo era demasiado bueno para ser verdad. Y menos con tanto dinero de por medio.
-Trabajé para él -repuso con sencillez-. Era la contable de sus restaurantes cuando los abrió. Al principio sólo estábamos una secretaria y yo, pero a medida que el éxito se ha asentado, el equipo ha crecido. Ahora somos diez y trabajamos a tiempo completo. Nunca has ido a Brighton a ver a Fede , ¿Verdad?
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