-Pero no lo bastante atractivo para llevarte a su cama. ¿Qué va a suceder cuando mi hermano decida que ha llegado el momento de dejar de ser un caballero? ¿Entonces insistirás en que te ponga la alianza en el dedo? ¿De ahí surge tu recato femenino? ¿De la necesidad de mantener a Fede de puntillas, con la zanahoria colgando ante sus narices, para tenerlo donde realmente lo quieres? Muy inteligente. La cacería siempre es mucho más estimulante que la captura real...
Paula alzó la mano, guiada por la ira y el pánico, pero en esa ocasión no hubo conexión con esa cara arrogante. Con destreza, él le atrapó la muñeca y no la soltó.
-Mmm. Lo hiciste una vez y en mi opinión ya fue demasiado -la acercó un poco y sintió que la atmósfera cambiaba con velocidad eléctrica.
La respiración de ella se aceleró y las pupilas se le dilataron. En ese instante no parecía importar si la había estado atacando o no. El cuerpo de Paula respondía al suyo, ajeno a lo que le dijera la mente. Esa certeza lo elevó en una ola poderosa. Sintió la boca seca al verse atrapado en un remolino de deseo similar, porque no había otra manera de describir lo que sentía. La suspicacia y la curiosidad se fundieron en una devastadora atracción animal.
-¡Haces que desee abofetearte! -exclamó ella con voz estrangulada.
Lo miró a la boca y de inmediato apartó la vista.
-¿Qué más te impulso a desear hacer, Paula? -murmuró con suavidad.
En la intensidad del momento, Federico sólo era una imagen, que desaparecía con rapidez.
-No sé a qué te refieres -tartamudeó-. Te has equivocado.
-Sabes a qué me refiero -le soltó la muñeca, pero no retrocedió.
La envolvió en un abrazo en el que no hubo contacto físico, porque ni siquiera la rozaba, sólo se apoyaba en la pared frente a ella, sobre las palmas de las manos, con los codos doblados de forma que quedaba únicamente a unos centímetros de Paula. Sintió que se ahogaba. Pero le gustó la sensación. Era tan intensa y cegadoramente real. Con un sobresalto, comprendió el éxito que había tenido durante años en aislarse de cualquier contacto significativo con el sexo opuesto. Las puertas que siempre había tenido abiertas al mundo, las había cerrado y sellado. Desconcertaba que ese hombre, el menos apropiado en el mundo por diversas razones, hubiera logrado abrirlas. Quiso protestar, pero sólo fue consciente de que únicamente emitía un gemido cuando él se inclinó y le cubrió la boca con la suya y alzó las manos para enmarcarle el rostro, elevándolo de modo que todo el cuerpo se arqueó para recibir ese beso. Necesitó un par de minutos, como mucho, para estar perdida. Todas las necesidades e impulsos que se habían secado en su interior florecieron a una súbita y jadeante vida. Respondió con todo su ser cuando la lengua de él le invadió la boca como algo que buscara ir directamente a su alma. Entonces, las lecciones aprendidas y los años de autoconservación volvieron a enfocarse. Y con ellos la imagen de Federico. Empujó con fuerza, luchando por liberarse y jadeando como alguien privado de oxígeno. Pedro se retiró de inmediato, enfadado consigo mismo porque no había querido que terminara. Había querido que los llevara a ambos a su destino. En ese momento emergió la cara de Federico acusadora y su ira se proyectó hacia ella.
-¿Cómo te atreves? -demandó ella.
-Es un poco tarde para una furia santurrona, ¿No crees? -replicó-. Fede no te vale, ¿Verdad? ¿O quizá has decidido que yo soy una presa mejor? ¿Eh?
-¡Qué palabras tan despreciables!
-Pero es que yo soy despreciable, como no paras de decir. Sin embargo, no tanto como para que no te derritas con mi contacto -se apartó, sabiendo que en ese momento disponía de la munición para hacer lo que había querido desde un principio, aportarle a su hermano pruebas suficientes de que su querida novia no era esa preciosidad tan pura por la que evidentemente la tomaba. Sabía que podía dejarlo todo arreglado antes de regresar a Atenas. Entonces, ella quedaría fuera de la vida de su hermano y nunca más tendría que verla.
-Yo...
-¿Tú...? Continúa. Soy todo oídos...
-Deberías irte ahora.
-¿Es todo lo que tienes que decir?
-Fede volverá en cualquier momento...
-¡No finjas que te importa algo mi hermano o lo que piense! ¡Acabas de demostrar exactamente lo que te importa!
Durante unos segundos, ninguno pronunció palabra. El aire estaba denso por el remordimiento y las acusaciones y los restos de deseo que a Pedro le resultaban tan difícil de erradicar de su sistema.
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