lunes, 27 de junio de 2022

Mi Salvador: Capítulo 45

 —¿Afortunada?


—De que te hayas tomado tantas molestias. Podías haberle enviado unas flores.


—No se dará cuenta.


—Entonces, díselo —dijo clavando los ojos en los de Pedro—. Toda mujer merece saber que es querida.


Pedro frunció el ceño.


—No me imagino teniendo una conversación con ella así.


—¿No hablan? —preguntó ella arqueando las cejas.


—No de esta manera —contestó sacudiendo la cabeza y apartando la mirada.


Paula se quedó sin aliento. Así que no era solo ella la que se sentía a gusto a su lado.


—Me sorprende.


—¿Por qué?


—No me imaginó al Pedro que conocí junto a aquella carretera teniendo problemas de comunicación.


—Mica no es demasiado habladora.


—¿Lo has intentado?


—Muchas veces.


Paula sabía lo frustrante que era intentar hablar con alguien y no ser correspondido. Claro que, en su caso, el problema había sido que a Lucas no le gustaba escuchar, tan solo hablar de sí mismo. La suave voz de Pedro la sacó de sus pensamientos.


—¿Alguien te ha hecho sentir querida?


Abrió la boca, pero enseguida la cerró sin contestar. Era una pregunta a la que no podía responder sin avergonzarlos a ambos.


—Paula, ¿Qué clase de amistad es la nuestra? —preguntó Pedro después de unos segundos de silencio—. ¿Tú puedes hacerme preguntas personales y yo a tí no?


—Yo… —comenzó sintiendo que el corazón se le aceleraba—. He debido de…


—Todo lo que conozco de tí, lo sé de aquella noche en la montaña. Desde entonces, no has dado pie a ningún tema personal —dijo echándose hacia delante.


—Solo hemos tenido una. Sobre…


«El beso», pensó terminando la frase.


—Eso no fue personal. Los dos tuvimos algo que ver. Quisiera saber más cosas sobre Paula Chaves. Ayer en una hora les contaste a aquellos chicos más sobre tí de lo que me has contado a mí desde que nos conocemos. Somos amigos, Paula, o al menos creo que lo somos, ¿No?


—Sí, claro que lo somos.


«Eso es todo lo que seremos».


—Ten confianza y comparte las cosas conmigo.


—No puedo.


—¿Por qué no?


—Porque no eres mío para compartir nada —contestó, sorprendiéndose de lo que acababa de admitir.


Ninguno de los dos se movió durante largos segundos.


—Compartir cosas implica mucho para mí, Pedro.


Sus padres se habían mantenido tan distantes, que no sabía cómo hablar de asuntos personales. 

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