viernes, 3 de junio de 2022

Enfrentados: Capítulo 72

Su padre tenía razón. Mercy y las personas que lo habitaban habían echado raíces en ella. Marcharse sería más difícil de lo que había pensado. La señorita Marchand le dió a Paula un apretón.


-Voy a volver a la tienda de animales. He visto un suéter monísimo para mi perrita.


El cachorro soltó un ladrido suave. Paula lo miró y el perro la miró a ella.


-Bueno, vamos -le dijo, tirando de la correa.


El cachorro entró corriendo en la caravana y empezó a olisquearlo todo. Paula dejó la bolsa en una silla, se sentó en el suelo al lado del cachorro y le acarició las orejas. En el collar del perro había una nota escrita a mano. "Empieza por un cachorro, Paula. Y cuando estés lista para más, vuelve a mí. Ya me he quedado sin casa. Te quiero. Pedro". Las palabras de Pedro, que habían sido sus propias palabras, la golpearon con fuerza. ¿No le había dicho ella que se comprometiera primero a un perro antes de hacerlo con una mujer? ¿Por qué había estado tan ciega? Él la había comprendido a la perfección y le había dado exactamente lo que necesitaba. Pero ella había estado tan llena de miedo que no había visto el amor que él le ofrecía. Habían cultivado una verdadera amistad, una amistad que era una base sólida para la pasión. Una roca sobre la cual construir una vida. Conocía a Pedro desde hacía veinte años. Sabía cuál era su color favorito, su debilidad por la mousse de chocolate. Y él se había tomado tiempo para conocerla, para prestarle atención.  Porque la amaba de verdad. Y si se marchaba sin intentarlo con él, sabía que se arrepentiría el resto de sus días. Paula salió de la caravana con el perrito en brazos y estuvo a punto de chocarse con Nancy Lewis y el equipo de televisión.


-¿Dónde va? -dijo Nancy-. Ha ganado la caravana. No puede marcharse ahora. Necesitamos tomar las fotos para la publicidad.


-Tengo que irme -dijo Paula, y se volvió buscando a Pedro con la mirada.


No podía haber ido demasiado lejos si había estado en la tienda de animales hacía poco.


-Pero... Es la ganadora -balbuceó Nancy-. Tiene que quedarse.


-Ganar no importa si pierdo lo más importante -dijo, y entonces echó a correr hacia la señorita Marchand, que se alejaba despacio.


La mujer sonrió al ver a Paula y señaló hacia un pasillo a la derecha. Siguió las indicaciones de su cliente. El cachorro empezó a ladrar y saltó al suelo en cuanto vió a Pedro. Estaba hablando con Marcos, de espaldas a ella. Una oleada de alegría la invadió. No había llegado demasiado tarde.


-Felicidades. Me alegro por tí -le estaba diciendo Marcos.


Paula aminoró el paso y levantó de nuevo en brazos al perro. ¿Felicidades? ¿Por qué?


-¿Estás seguro de que no quieres venir? -le preguntó Pedro.


Marcos sacudió la cabeza.


-Soy feliz aquí, Pedro. Te parecerá una ironía, pero perder el negocio fue lo mejor que pudo pasar. Me enseñó que lo más importante en mi vida es mi hija, mi familia. Me hiciste un favor, así que deja de sentirte culpable. El negocio iba cuesta abajo, y yo te eché encima toda la responsabilidad. Déjalo estar. Sigue adelante con lo que tienes ahora. Como... 

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