miércoles, 1 de junio de 2022

Enfrentados: Capítulo 67

Pedro tragó saliva y se acomodó en la butaca. Decían que la confesión era buena para el espíritu. Esperaba que así fuera. Cuando había vuelto a Mercy con Marcos se había dado cuenta de que no le gustaba el hombre que veía todas las mañanas en el espejo. Sentarse delante del reportero y escupir la verdad acerca de su pasado era el primer paso que debía dar para borrar esa imagen que no le gustaba; y esperaba que también fuera el primer paso para construir una nueva. Miró a Paula, y eso fue suficiente para duplicar su empeño.


-Aquí Gustavo Kent en las noticias de las diez. Estoy aquí con Pedro Alfonso, a quien el alcalde de Mercy entregó la llave de la ciudad hace veinte años por el emocionante rescate de un niño. Desde entonces el señor Alfonso ha sido el héroe de esta ciudad -Gustavo ladeó la cabeza-. Hoy, sin embargo, está aquí para contarnos una historia muy distinta -se volvió y le acercó el micrófono a Pedro-. Cuéntenos lo que pasó ese día.


Pedro se cruzó de brazos y empezó a contar la historia que le había relatado a Paula la noche anterior. No adornó la verdad, tan solo expuso los hechos y dejó que los demás juzgaran como quisieran.


-Es un secreto difícil de guardar -le dijo Gustavo cuando Pedro terminó.


Le hizo una señal a la cámara para que apagara el equipamiento.


-Parece como si se hubiera quitado un peso de encima contándonos esa historia.


-Y así es.


-Pero al final rescató a ese niño. Le debe la vida.


-Yo no diría eso. Podría haber salido mal fácilmente -Pedro hizo una pausa-. Me alegro de que tuviera un final feliz. 


Entonces Gustavo hizo algo que los sorprendió a todos. Le dió la mano a Pedro. Este vaciló un momento antes de aceptar el gesto.


-Lo admiro por contar su versión, señor Alfonso. Me ha dado mucho más de la historia que pensaba que estaba buscando. Supongo que debería escuchar más antes de presumir la verdad -sonrió con timidez-. Gracias.


Después de hablar un momento con su equipo, dos cámaras se marcharon, quedando solamente el reportero y uno de los cámaras. Pedro se sentía libre. La verdad acerca del pasado se había hecho por fin pública. Hércules había sido reducido de nuevo a mortal. ¡Y qué alivio! Le debía una explicación a otra persona; a Marcos. Entonces se sentiría del todo bien y podría tener éxito o fallar por sus propios méritos. Estaría listo para embarcarse en el futuro con el que soñaba. Un futuro junto a Paula. Ella estaba sentada en la cocina, mirándolo con expresión confusa en los ojos. En ese momento él se dió cuenta de que se había enamorado de ella hacía muchos años. Y por eso ya la amaba. Irrevocablemente. No podía pasar ni un día más de su vida sin ella. Fue hacia donde estaba Paula y se sentó en un taburete a su lado.


-¿Por qué le has contado eso?


-Por dos razones. Una, hice un trato con tu amigo el señor Kent.


-¿Un trato?


-Le dí lo que más quería: una historia jugosa que pudiera publicarse en todos los noticieros locales, a cambio de lo que él sabe hacer mejor: Molestar a la gente.


-No me digas que va a estar aquí más de lo que ya lo está. 

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