miércoles, 15 de junio de 2022

Mi Salvador: Capítulo 20

 —Estaré contigo todo el tiempo, Paula. Estaremos sujetos el uno al otro todo el tiempo.


—¿Durante todo el proceso?


—Hasta el final, hasta que llegue la ambulancia.


—Entonces, ¿Qué pasará? —preguntó ella frunciendo el ceño.


—Irás al hospital y luego volverás a casa.


¿Por qué de repente no quería abandonar el coche ni la manta de aluminio ni el cuidadoso trato de Pedro?


—¿Eso es todo? ¿No volveré a verte nunca más?


Pedro se quedó mirándola fijamente.


—Quizá vaya a llevarte tu equipaje cuando la grúa saque el coche. Pero no te preocupes porque estarás muy ocupada.


Era una locura lo ansiosa que se sentía ante aquella idea. Hacía horas que conocía a aquel hombre.


—Quisiera volver a verte en circunstancias más normales. Para darte las gracias. 


«Cuando me haya duchado y tenga mejor aspecto».


—Ya veré cómo lo hacemos —dijo asintiendo.


Aquella era la misma manera de hablar de su padre y de Lucas. Lo que significaba una cosa: Que no volverían a verse. 


—¿Cuántos hermanos tienes? —preguntó Paula después de un rato, tras asumir su aparente indiferencia.


Tenía que recordar que aquello era trabajo para Pedro, por muy agradable que fuera la charla que estaban manteniendo hasta que amaneciera. Quizá fuera un requisito para formar parte del equipo de búsqueda y rescate tener buenas técnicas de comunicación. Eso no suponía que quisiera llevarse a casa el trabajo.


—Siete —contestó, inclinándose hacia delante y soplándole aire caliente en la mano que seguía sosteniendo entre la suya.


Por un instante, sus labios rozaron sus dedos. Eran tan suaves como parecían, pero más cálidos. Lucas le había besado muchas veces las manos, así como otras partes del cuerpo, pero nunca le había provocado la misma sensación que le provocaba cualquier mínimo roce de Pedro. «Por favor, que no me estén haciendo hablar las drogas ». 


—Yo quiero tener más de un hijo —dijo ella y se sorprendió al oírse hablar con aquel tono ensoñador—. Fui hija única y me gustaría tener varios hijos.


—¿Tus padres no quisieron tener más?


—Creo que mi madre sí, pero mi padre se conformaba conmigo.


—¿Por qué solo tú? Estoy seguro de que están muy orgullosos de su única hija.


—Estoy segura de que mi padre se siente decepcionado de que su única hija no haya destacado.


—¿A qué te refieres?


—Ya sabes: Notas, deportes, logros…


—Trabajas en uno de los departamentos de ciencia y cultura más importantes del país. Eso es todo un logro.


—Así es. Y tuve buenas notas. Aunque no destacaba, era constante.


—Imagino —dijo él sonriendo. 


Su sonrisa le recordó la manera en que la gente sonreía a los niños o a los borrachos, y no le gustó. 


—Te estás riendo de mí.


—Estoy disfrutando contigo —dijo rápidamente, corrigiéndose— de tu compañía, de tu conversación.


—De todas formas, nada habría satisfecho a mi padre, aunque hubiera estudiado Medicina o Derecho. Siempre tuvo grandes expectativas conmigo.


Se sentía continuamente defraudado. Era irónico, teniendo en cuenta cómo había acabado su matrimonio y lo poco que había hecho para salvarlo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario