miércoles, 22 de junio de 2022

Mi Salvador: Capítulo 34

Paula carraspeó y le tocó en el brazo para conseguir su atención. Él se sobresaltó sorprendido, se dió la vuelta y la miró sonriente, quitándose los auriculares de las orejas.


—Has venido —dijo mirándola con alegría—. No estaba seguro de que fueras a venir.


Había estado a punto de no hacerlo. ¿Sabría comportarse con Pedro en un vuelo largo y pasar unos días a solas con él? Entrelazó las manos tras su espalda para reprimir el impulso de tocarlo.


—Tu departamento fue responsable de salvarme la vida y necesitaron mucho esfuerzo. Acompañarte en este recorrido promocional es lo menos que puedo hacer por ellos.


Aunque eso supusiera arriesgar su corazón. Pedro le tomó su equipaje de mano y se encaminó hacia el área de facturación. 


—Al parecer causamos tanta sensación en la gente aquel día en Camberra, que a mi jefe se le ocurrió esto.


—¿No se te ocurrió a tí?


—¿Pasar más tiempo bajo los focos? No, gracias —dijo buscando su mirada—. Pero no lamento volver a verte. Espero comportarme mejor esta vez.


—¿Micaela no te acompaña? —preguntó Paula, tratando de no darle importancia a la pregunta.


Deseaba que dijera que sí tanto como que dijera que no. El que su esposa lo acompañara les evitaría muchos problemas.


—No se puede permitir estar tres días apartada del trabajo. Trabaja para la división australiana en el Antártico y está en mitad de un proyecto. Está estudiando los patrones de quiebra de las capas de hielo.


Le había dicho que Micaela era inteligente. Se lo había tomado como una frase hecha de lo que la gente solía decir de sus cónyuges.


—Al menos yo puedo llevar mi trabajo conmigo. Siempre llevo alguna transcripción —dijo y lo miró—. Entonces, ¿Vamos a hablar en los colegios?


Hablar con los escolares había sido un punto a favor para aceptar la invitación. Podría contarles lo que había descubierto de sí misma en aquellas horas que había pasado en la montaña.


—Creo que sí. Además, tengo entendido que los servicios de parques y de rescate están separados. Así tendré la oportunidad de hablar, compartir experiencias y aportar algo nuevo a mi equipo.


—Parece que vamos a estar muy ocupados.


—También tendremos tiempo libre —dijo Pedro y sus ojos parecieron tornarse más azules.


Paula se esforzó en mantener la conversación mientras esperaban en la sala de embarque. 

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