miércoles, 15 de junio de 2022

Mi Salvador: Capítulo 16

 —No lo habría hecho si hubiera pensado que podía desestabilizarnos. Ha sido un aviso. Seguramente volverá a pasar nos movamos o no. Pero eso no quiere decir que vayamos a caer.


Ella asintió, demasiado asustada para moverse más de un centímetro. Pedro buscó su mirada en el espejo.


—Paula, mírame.


Ella evitó sus ojos, consciente de lo que acababa de hacer. Le había pedido que le buscara el bolso como si estuvieran allí sentados esperando el autobús. Quizá sus padres tuvieran razón por no confiar en ella en las decisiones importantes.


—Mírame, Paula —repitió.


Finalmente se obligó a mirar aquellos ojos azules que la esperaban en el retrovisor. Transmitían seriedad y confianza, por lo que era difícil no creerlo cuando hablaba.


—Estamos atrapados entre el árbol y la pared de la roca y sujetos por un camión de tres toneladas arriba. No tengas miedo de moverte, no vamos a caernos.


Reparó en su marcado mentón, en el grosor de sus labios y en su nariz, antes de volver a sus ojos. Todo en él transmitía confianza. La innata seguridad con la que se comportaba le atraía, aunque no tanto como otra cosa, algo mucho más importante. Ese algo que nunca habría conocido si el destino no los hubiera unido. Si se lo pidiera con el mismo aplomo con el que la estaba mirando por el retrovisor, lo seguiría hasta el capó del coche sin ningún arnés de seguridad. Y teniendo en cuenta que no solía confiar en desconocidos, reparó en el porqué. «No vamos a caernos», le había dicho Pedro, a lo que ella había asentido. Pero en el fondo lo que estaba temiendo era caer rendidamente enamorada de un hombre como Pedro. Y, dadas las circunstancias, aquello era muy mala idea. 


—¿Quién es Lucas?


Paula levantó la cabeza mientras Pedro cambiaba de postura detrás de ella. Era un hombre grande y llevaba más de una hora en el escaso espacio que había entre las tres ramas, en la parte trasera de su coche.


—¿Lucas?


—Has mencionado su nombre antes. ¿Quién es, tu novio, tu hermano?


¿Era por conversar o simple curiosidad?


—Es un ex.


—¿Reciente?


—Bastante reciente. ¿Por qué?


—Había cierto tono en tu voz cuando lo mencionaste.


—¿Un tono sarcástico?


—Posiblemente.


Paula adivinó que estaba sonriendo y se acomodó en su asiento. Lucas no era alguien de quien le gustara hablar, ni siquiera pensar, pero en aquella situación tan surrealista nada resultaba normal. Su cercanía física lo requería.


—Resultó que Lucas y yo no hacíamos buena pareja.


—Lo siento.


—No lo sientas. Es preferible darse cuenta antes que después.


Era verdad. Había escapado del control de sus padres para caer en las redes de un hombre muy parecido a ellos. 

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