viernes, 7 de abril de 2023

Una Esperanza: Capítulo 72

Se despertó muy temprano al día siguiente. Seguía en la misma habitación, casi como si nada hubiera pasado, pero Paula sabía que todo era distinto. Los de la ambulancia les dijeron que Valentina estaba bien. Se levantó. Pensaba ponerse la misma ropa del día anterior. Fue hasta el radiador, aún estaba húmeda y llena de barro. Se puso la chaqueta y decidió ir hasta el coche para sacar algo de ropa limpia. Acababa de salir de la habitación cuando se encontró con Pedro.


–Bonito conjunto –le dijo mirándola de arriba abajo.


Se sonrojó, esperando que la chaqueta fuese lo bastante larga como para cubrirle la ropa interior. Los ojos de Pedro le decían que no lo suficiente.


–Voy al coche, necesito ropa seca.


Pedro simplemente le sonrió y el corazón le dió un vuelco.


–Quería agradecerte que volvieras anoche. Sin tu ayuda, a lo mejor no la habríamos encontrado –le dijo mientras le tomaba las manos.


Se acercaron un poco más y ella cerró los ojos. Sabía que era una mala idea, pero deseaba que la besara. El beso no llegó. Abrió los ojos. Él la miraba como si quisiera besarla, pero le soltó las manos.


–Gracias, Paula.


–No hay de qué. No podía quedarme sin ayudar. Ya has perdido a tu mujer y no podrías soportar perder a tu hija –dijo hablando sin mucho sentido–. Lo que quiero decir es que seguro que fue devastador perder a Ivana…


–Me entristeció que muriera Ivana, sí –repuso él–. Pero me dolía sobre todo por la niña. A Ivana ya la había perdido hacía tiempo. Nuestro matrimonio estaba en las últimas.


–¡Qué horror!


–No es para tanto. Cuando me recuperé de la conmoción, la verdad es que fue un alivio. Nunca debimos casarnos. Fue un error. Si no me arrepiento más es por Valentina.


No podía creer lo que estaba diciendo. Entonces, Ivana no había sido perfecta.


–Pero creí que… Bueno, voy al coche a por mi ropa.


Pensó que, una vez vestida, se sentiría más segura y menos confusa.


Después del desayuno, Paula bajó a dar un paseo por la playa para aclarar sus ideas. Por lo visto, el matrimonio de Pedro e Ivana no había sido tan perfecto como se había imaginado, así que no entendía por qué había intentado parecerse a ella durante las últimas semanas. No tenía sentido, pero creía que no era lo bastante buena para él. Le había aterrado tanto perderlo que se había convertido en lo que ella pensaba que era su mujer ideal, aunque en realidad no había sido tan ideal ni perfecta. Había intentado cambiar sin ni siquiera descubrir qué era lo que Pedro quería de verdad. Y, a juzgar por cómo se había comportado durante los últimos días, él la quería tal y como era, sin barnices ni superficialidades. Se sintió muy estúpida. Todo el tiempo ocupado intentando retenerlo y sólo había conseguido apartarlo de ella. Sintió algo de esperanza resurgir en su interior, a lo mejor no era demasiado tarde. Todo dependía de lo que él quisiera, pero le daba terror preguntarle.


Pedro la observó mientras volvía de la playa y entraba por la puerta de la cocina. Se sentía fatal. A lo mejor no volvía a verla nunca. Apenas podía soportar la idea. Quería correr hacia ella, abrazarla y usar todos los trucos que se le ocurrieran para que se quedara a su lado. Pero no lo hizo, sino que comenzó a recoger la mesa del desayuno. Tenía que respetar su decisión. Ya lo había aprendido a hacer con Valentina, tenía que darle la libertad que necesitaba.

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